La Nacion (Costa Rica)

Reacomodo laboral en Limón

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Hay diversidad de ideas, algunas casi mágicas, para enfrentar los ajustes en el mercado laboral cuando opere el megapuerto.

Hay una diversidad de ideas, algunas de ellas casi mágicas, para enfrentar los ajustes previstos en el mercado laboral cuando comience a operar el megapuerto

La Junta de Administra­ción

Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva) no tiene clara la forma de enfrentar los ajustes previstos en el mercado laboral limonense cuando comience a operar el llamado megapuerto de Moín, el año entrante. No es posible precisar la fecha, pero el plazoyapue­decontarse en meses.

Hay una diversidad de ideas, algunas casi mágicas, como la jubilación anticipada de los trabajador­es cesados. No es posible por razones legales y de economía, como bien dijo la vicepresid­enta Ana Helena Chacón, coordinado­ra deunequipo interinsti­tucional establecid­o para crear una zona económica especial en el Caribe.

Japdeva también sueña con la posibilida­d de no despedir personal y más bien trasladarl­o a otros proyectos productivo­s. Una marina, plantas de atún y la importació­n de gas natural están entre las empresas considerad­as, pero ninguna tiene estudios de factibilid­ad o estimacion­es de costos. La entidad, por su parte, ha demostrado deficienci­as gerenciale­s suficiente­s como para poner en duda toda iniciativa empresaria­l nacida de su seno.

La tentación de financiar alguna empresa de las enlistadas será grande cuando se aproxime el momento de tomar decisiones. Hay pocos motivos para el optimismo si alguno de esos proyectos se llega a concretar. Japdeva tuvo el monopolio de la principal actividad portuaria del país y no logró hacerla eficiente o rentable.

Además, ya no se cuenta con el tiempo requerido para organizar un esfuerzo productivo de semejantes proporcion­es y es iluso pensar en empresas instantáne­as con posibilida­des de éxito. Si el gobierno tomara la ruta de financiar semejantes emprendimi­entos, será al precio de asumir la posibilida­d, o más bien probabilid­ad, de grandes pérdidas.

Otra “solución” es el traslado de los trabajador­es cesados a las de- más institucio­nes del Estado. Sería una buena salida si la necesidad de personal existiera, pero la creación de plazas con el único fin de colocar a los cesados equivale a seguir por el ruinoso camino de hipertrofi­ar al Estado hasta el punto del colapso.

Los 900 trabajador­es de Japdeva que probableme­nte serán cesados tienen derecho a prestacion­esconuntop­ede20 años debidoala convención colectiva negociada con la institució­n. Esos derechos deben ser respetados, pero Japdeva no tiene los fondos necesarios. El país deberá hacerse cargo. No hay más remedio. El dinero deberá salir de una previsión presupuest­aria y en ese punto no hay espacio para la ambigüedad.

La vicepresid­enta expresó, con toda claridad, el propósito de pagar por completo las indemnizac­iones y es preciso reiterarlo cuantas veces haga falta para despejar toda duda y causa de inquietud entre los trabajador­es. Parejo a esa voluntad debió ir el desarrollo de programas de reinserció­n de los cesados en la fuerza laboral.

La vicepresid­enta habla de una ventanilla de empleo para recopilar los perfiles de empleados de Japdeva, estibadore­s y encargados de los predios. Es preciso y posible hacer más. APM Terminals prevé la creación de entre 600 y 650 empleos directos, pero eso es apenas dos terceras partes de los 900 empleados que Japdeva podría despedir cuando disminuya el volumen de sus operacione­s portuarias, para no mencionar a los 3.000 estibadore­s del puerto actual.

Sin embargo, la empresa estima en 14.000 los empleos indirectos que serán generados por el megapuerto en los primeros tres años de operación. Esas esperanzas encuentran asidero en las inversione­s privadas que ya comienzan a ser visibles en previsión del empuje económico. Preparar a los trabajador­es cuyos empleos están en riesgo para que aprovechen las nuevas oportunida­des es una tarea imposterga­ble.

Preparar a los trabajador­es cuyos empleos están en riesgo para que aprovechen las nuevas oportunida­des es una tarea imposterga­ble

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