Cubano aprende a rugir
Como decía el expresidente de la República José María Figueres, a Marcel Hernández le tocó mañanear tempranito ayer en su primer día como jugador de la Liga.
El cubano debía estar a las 6:30 a. m. en el Centro de Alto Rendimiento del cuadro manudo, en Turrúcares, por lo que debió salir bien temprano de su casa, ubicada en Cartago, cerca de las instalaciones del Instituto Tecnológico.
Ya en el CAR conoció a la mayoría de sus nuevos compañeros, porque con otros, como José Miguel Cubero y Bryan Ruiz, ya había conversado en otras ocasiones.
Por primer vez experimentó la rutina que vive un jugador manudo, en la que pasa toda la mañana y realiza diversos trabajos antes de jalar para la casa.
“Llegó a las 6:30 a. m. igual que todos citados a desayunar, después tuvo un recorrido por el CAR, vio las instala
ciones, conoció los camerinos y a las 7:30 arrancó la práctica con activaciones y lo que es la parte física y después se fueron al trabajo táctico”, explicó Daniel Sanabria, encargo de prensa erizo.
Marcel hasta tuvo el chance de echarse sus primeros partiditos en la sala de juegos.
“En todo momento se le vio muy cómodo, estuvo jugando pool con los compañeros, hablando en el camerino con varios de ellos, se acopló muy bien, es un camerino ameno, dispuesto a recibir a cualquier futbolista que se incorpore y el caso de Marcel no es la excepción”, dijo Sanabria.
El día de Hernández en el CAR acabó a las 12:30 p. m., después de almorzar junto a sus compas.
Cuba, como le dicen al isleño, ya fue inscrito en Unafut, al igual que Johan Venegas y el mexicano Daniel Arreola, quien recibió su pase internacional este martes. ilusionado. Todavía hoy para Marcel la oportunidad de jugar en un club como Alajuelense, en unas instalaciones de esta clase y la opción de participar en torneos internacionales, es algo que le asombra.
El cubano reconoció que está viviendo un sueño, pues pasó de ser un desconocido para el medio nacional, a una de sus principales figuras.
“Siempre le comento a la gente que en Cuba lo más importante es la oportunidad y en Cuba no la tenemos, entonces cuando uno se sienta a soñar, no puede soñar con esta oportunidad, es algo que está fuera de las posibilidades.
“Después de tomar la decisión de dar el salto, dejar a mi familia para empezar a jugar profesional, sentí que lo había hecho tarde, tenía 25 o 26 años, lo que pesó en muchas cosas y ahí entendí que todo el sacrificio tenía que valer la pena y debía seguir escalando”.
Estuvo jugando pool con los compañeros, hablando en el camerino con varios de ellos”.
Daniel Sanabria encargado de prensa LDA