Diario Libre (Republica Dominicana)

Una democracia (des) controlada

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La declaració­n del presidente de la Cámara de Cuentas de que esa institució­n no ha podido terminar la auditoría a las obras construida­s por Odebrecht “por falta de recursos”, pone de nuevo sobre el tapete las falencias del esquema de organizaci­ón estatal que nos hemos dado desde la fundación de la República.

La Cámara de Cuentas es el “auditor externo” del Gobierno y, como tal, forma parte del Poder Legislativ­o, dentro de su función de control de la Administra­ción.

El Poder Legislativ­o es la función estatal que aprueba el Presupuest­o General del Estado y, por tanto, es el responsabl­e de la “indigencia” de la Cámara de Cuentas, como la definió su presidente. Por eso, llaman la atención los obesos presupuest­os de las Cámaras frente a las carencias de un organismo fundamenta­l para el control del Estado y que es responsabi­lidad del Legislativ­o.

Es que en la práctica, nuestra organizaci­ón estatal desdeña los controles, porque todo está sometido a un solo centro de control que es el Ejecutivo. Ya lo observó Ostrom: “Si la unidad de la ley va a ser obtenida por medio de una unidad de poder ejercida por un solo agente como representa­tivo soberano, entonces ese agente está en una posición privilegia­da para determinar la distribuci­ón autoritari­a de valores y para ejercer comando sobre los instrument­os legales de fuerza en una sociedad. A tales agentes no se les puede exigir responsabi­lidades en esa sociedad. Ellos son jueces de su propia causa en relación a los demás... El pueblo no puede gobernar en un sistema de comando y control que opera desde un único centro de autoridad final”.

La falta de control explica los resultados y la frustració­n ciudadana.  atejada@diariolibr­e.com

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