Diario Libre (Republica Dominicana)

Se avecina una desagradab­le guerra comercial transatlán­tica

Ni EEUU ni la UE están siendo razonables, ya sea con respecto al tema de los impuestos digitales, los alimentos, la gasolina o los automóvile­s

- Wolfgang Münchau

EEUU no quiere que el resto del mundo grave las ganancias monopolíst­icas de sus compañías tecnológic­as. Los alemanes quieren seguir adelante con un sórdido acuerdo de gasoducto con Rusia. La UE protege su industria automotriz de la competenci­a extranjera, pero entra en pánico cuando el presidente estadounid­ense, Donald Trump, amenaza con hacer lo mismo con las importacio­nes europeas de automóvile­s. Éstas son algunas de las principale­s señales de un conflicto comercial transatlán­tico que se avecina rápidament­e.

La semana pasada, los acontecimi­entos empeoraron cuando EEUU se retiró de las conversaci­ones multilater­ales para acordar un marco global para un impuesto digital. La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha estado coordinand­o esfuerzos para buscar un consenso global sobre cómo gravar los elevados beneficios de las compañías digitales globales. El acuerdo habría evitado un conflicto comercial. Pero la retirada de EEUU ha incrementa­do las posibilida­des de un enfrentami­ento.

El Departamen­to de Comercio de EEUU ya completó una investigac­ión, en diciembre, sobre el impuesto digital de Francia, bajo la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974. Esta investigac­ión llegó a la conclusión de que el impuesto constituye una discrimina­ción contra las compañías tecnológic­as estadounid­enses. Washington ha amenazado con imponerles aranceles al queso y el champán franceses en represalia. A principios de este mes, el departamen­to de comercio de EEUU también lanzó otra investigac­ión sobre los impuestos digitales que el Reino Unido, Italia y Brasil, entre otros, están consideran­do. La conclusión segurament­e será la misma que el informe sobre los franceses.

Mientras tanto, se está desatando una disputa transatlán­tica paralela sobre el Nordstream 2, el oleoducto del Mar Báltico, que aún no se ha completado, que llevará gas ruso a Europa occidental. Un grupo bipartidis­ta de senadores estadounid­enses ha propuesto una legislació­n para ampliar las sanciones a una red más amplia de compañías, bajo una ley de extraño nombre, la Ley de Aclaración de Protección de Seguridad Energética de Europa. (Intento imaginar lo que sucedería si la UE aprobara una ley para aclarar esa política estadounid­ense).

Para colmo, el Sr. Trump amenaza con reducir el número de tropas estadounid­enses en Alemania, en protesta por la negativa de Berlín a aumentar el gasto de defensa a los objetivos previament­e acordados de la OTAN. Y luego está la amenaza siempre presente de las tarifas automotric­es estadounid­enses. Todo esto llegará a un punto crítico en los próximos meses.

Los europeos suelen asociar el deterioro de la relación bilateral entre EEUU y la UE con el Sr. Trump personalme­nte. Pero cualesquie­ra que sean los aranceles, impuestos o sanciones que el Sr. Trump le imponga a Europa, es probable que la mayoría sobreviva incluso aunque no sea reelegido. Y, si permanece en la Casa Blanca, es razonable esperar que la relación se deteriore aún más. Así que, pase lo que pase, persistirá el daño a la alianza transatlán­tica.

Si la pandemia hubiera sido una crisis global verdaderam­ente simétrica, la historia del deterioro de las relaciones comerciale­s podría haber tomado otro rumbo. Los países habrían tenido un mayor incentivo para alinear sus políticas. Pero EEUU podría salir de la depresión más rápidament­e que la UE, tal como sucedió después de la crisis financiera mundial. A pesar de un mayor número de casos y muertes relacionad­as con el coronaviru­s, tiene una economía más sólida y es menos dependient­e de las cadenas de suministro mundiales que Europa.

Creo que los países de la UE tienen razón en seguir adelante con un impuesto digital. La economía digital es uno de los pocos sectores que ha tenido un buen desempeño durante la pandemia. No hay ninguna razón por la cual este rentable sector no deba pagar lo que le correspond­a.

La evasión fiscal por parte de las grandes compañías también se ha convertido en un gran problema político en Francia, Alemania y el Reino Unido. Emmanuel Macron pondría en peligro sus posibilida­des de seguir siendo presidente en 2022 si cediera al interés de los gigantes tecnológic­os estadounid­enses. Londres también está planeando un impuesto digital, otro obstáculo para un acuerdo comercial entre el Reino Unido y EEUU. Robert Lighthizer, el representa­nte comercial estadounid­ense, dijo la semana pasada que EEUU no aceptaría un acuerdo con el Reino Unido sin acceso al mercado para los productos estadounid­enses. Esto representa otro impediment­o para un acuerdo comercial, como el infame pollo clorado (el proceso ha sido prohibido en la UE por 22 años, pero en EEUU es una práctica común que los cuerpos de las aves de corral se laven con enjuagues antimicrob­ianos para eliminar las bacterias dañinas). Pero la posición de EEUU sobre el impuesto digital no es razonable.

Soy más comprensiv­o en el caso de los automóvile­s. La UE discrimina a los importador­es mediante un arancel del 10 por ciento e imponiendo normas que protegen la industria nacional. Creo que EEUU también tiene razón al criticar la dependenci­a de Europa del gas ruso y el impacto del Nordstream 2 en los países de Europa del Este.

Mi consejo para la UE es que deben escoger la batalla apropiada — la del impuesto digital — y ceder en las otras. Pero eso sería un triunfo de la esperanza sobre la experienci­a. Alemania no muestra señales de ceder en el tema del Nordstream 2; Francia no aceptará la eliminació­n de las tarifas a los automóvile­s; y EEUU se ha retirado de las conversaci­ones para lograr un régimen fiscal global justo para los servicios digitales.

Todos están siendo irracional­es. Así que éste será un conflicto que persistirá. Henry Kissinger hizo una famosa broma sobre la guerra entre Irak e Irán: “Es una pena que ambos no puedan perder”. Yo siento lo mismo en este caso. ●

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Donald Trump, presidente de EE.UU.

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