Violencia y delincuencia en Higüey
Higüey, denominada capital del turismo de la región Este del país, y en la que debería estar destinada la llegada de miles de visitantes internacionales que optan por pasar sus vacaciones en el destino Punta Cana, continúa siendo foco de atención por parte de las autoridades nacionales y municipales.
Amén de la caótica y evidente realidad en el tránsito y expansión no planificada, esta ciudad resalta por la elevada estadística de hechos de violencia y delincuencia que en sus comunidades se reportan cada día.
Y es que violencia y delincuencia están íntimamente vinculadas, aunque de distinta procedencia. Que un hijo decida quitar la vida a su madrastra, de la manera más cruel y despiadada, es violencia asociada a inúmeros factores que adornan la descomposición familiar. La noticia de este hecho aún no ha permitido que esta sociedad se reponga.
Mientras que, acabar con la vida de un niño de tan solo siete años de edad y provocar heridas a su hermanita de tres años, por supuestos delincuentes que perseguían a otro joven para lincharlo, es un acto de violencia de dimensiones incalificables.
Por error o no, este caso deja la lectura que las calles de la ciudad y de comunidades como Mamá Tingó están desprotegidas de la vigilancia de los organismos de seguridad del Estado, que como la Policía Nacional, deberían estar custodiando y supervisando para garantizar la seguridad de la ciudadanía.
Hacemos el símil de estos dos casos, porque consideramos que Higüey es una ciudad poseedora de una historia que va más allá de 500 años, con atractivos que con poco esfuerzo pueden convertirse en el imán para la llegada de millones de visitantes nacionales e internacionales, pero amerita que las autoridades se decidan a considerarla como tal, pues de lo contrario, si continúan proliferándose hechos de violencia y delincuencia, pocos considerarán este destino para complementar sus vacaciones.
Y lo más importante a nuestro juicio no sería la llegada de visitantes a la ciudad, sino que sus residentes sientan la protección y el cuidado de las autoridades competentes, para que los titulares de los medios de comunicación no sigan resaltando en sus portadas los niveles de inseguridad, sino la agradable hospitalidad de una ciudad verdaderamente turística y atractiva.