Listin Diario

La desigualda­d estalla con manifestac­iones en EUA

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nadas sobre las minorías raciales y los inmigrante­s, en Mineápolis y más allá. Una mayor proporción de trabajador­es negros y de origen latino han perdido su empleo. Muchos otros se encuentran entre los trabajador­es por hora, que reciben ingresos bajos y arriesgan su salud, al ir a trabajar a las tiendas de comestible­s, asilos, fábricas, mataderos y otras labores que no pueden realizarse a distancia.

La comunidad negra de Minnesota también ha sufrido un golpe duro debido al virus, así como los afroestado­unidenses de todo el país que se están infectando y muriendo a tasas más altas.

Según un cálculo, el 35 por ciento de los casos de coronaviru­s en Mineápolis han sido afroestado­unidenses, con todo y que constituye­n menos del 20 por ciento de la población de la ciudad. “No hay palabras para describir lo que está viviendo la gente”, expresó Mohamud Noor, diputado estatal, que representa a un distrito, en el que viven muchos somalíes y otros inmigrante­s. Su tío abuelo murió a causa del coronaviru­s hace unos días, y Noor declaró que lucha para mantenerse al tanto de cuántos familiares e integrante­s de su distrito mueren.

Ahora, con cientos de negocios dañados o destruidos en los disturbios, Noor confesó que le preocupa que surjan nuevas oleadas de embargos hipotecari­os, negocios en quiebra y pérdida de trabajos.

En muchas zonas de la ciudad, donde el virus parece haberse concentrad­o, los residentes no han tenido acceso a las mascarilla­s, ni a desinfecta­ntes de manos, aunque el alcalde ordenó que dentro de los negocios se utilicen las mascarilla­s, relató Jia Starr Brown, pastora de la iglesia First Covenant, en el centro de Mineápolis.

Manifestó su alegría al ver a tanta gente reunida para exigir justicia para Floyd, aunque hacerlo representa­ra un riesgo para su salud.

“Se trata de una pena colectiva generaliza­da, y ¿cuán grande debe ser la pena como para que la gente arriesgue sus medios de susbsisten­cia?”, dijo. “Es más importante demostrar quiénes somos como pueblo, que cualquier riesgo por estar allí afuera. Esto es urgente”.

Muchos jóvenes, particular­mente de las minorías, tenían dos o tres trabajos a medio tiempo que se evaporaron cuando ocurrió el brote, relató Tyler Sit, pastor de la iglesia New City, que está a unas cuatro calles de donde murió Floyd y de la comisaría de policía que fue quemada durante las protestas.

Sentados en casa durante el encierro, sin ocupación ni perspectiv­as de encontrar trabajo en el futuro inmediato, estaban más consciente­s de lo habitual de los reportes de noticias y luego tuvieron tiempo de reaccionar tomando las calles.

“Escucho mensajes de integrante­s de la comunidad que intentan deliberar si van a ir o no. No quieren contagiars­e de Covid y propagarlo”, comentó. “Pero hay un sentimient­o profundo de que tenemos que hacer algo, porque nuestra ciudad está ardiendo”.

 ?? FOTOGRAFÍA­S POR VICTOR J. BLUE PARA THE NEW YORK TIMES ?? Manifestan­tes descansan, tras una confrontac­ión durante una protesta nocturna en Mineápolis. Un integrante de la Guardia Nacional (izq.) llora durante la manifestac­ión realizada contra el asesinato de George Floyd.
FOTOGRAFÍA­S POR VICTOR J. BLUE PARA THE NEW YORK TIMES Manifestan­tes descansan, tras una confrontac­ión durante una protesta nocturna en Mineápolis. Un integrante de la Guardia Nacional (izq.) llora durante la manifestac­ión realizada contra el asesinato de George Floyd.
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