Listin Diario

Qué es la crisis

- ALICIA ESTÉVEZ

CEstá aquí Despilfarr­o

ierta vez, escuché a un hombre muy rico decir que la crisis es la abundancia mal administra­da. Si piensa que se equivoca, lo cierto es que todos, en algún momento, pasamos por una buena época durante la cual fluyen los recursos. Lo que hacemos en ese período de bonanza, según el planteamie­nto que cité, determina si en el futuro atravesare­mos por una crisis y, sobre todo, la magnitud de esta.

He conocido casos de personas con necesidade­s que a mí me parecen perentoria­s y reciben una cantidad determinad­a de dinero, grande y poco frecuente para ellos. Me he dicho, entonces que, de seguro, destinarán esos recursos a solucionar situacione­s de envergadur­a, como la falta de un techo propio, pero, para mi sorpresa, se gastan el dinero en asuntos mucho más intrascend­ente.

Ahí se decide

Al final, nuestro criterio determina si invertimos, ahorramos, solucionam­os problemas, nos costeamos caprichos o regalamos los recursos de que disponemos cuando las cosas van bien. Es ahí, en esa decisión, donde estamos gestando el tamaño y la repercusió­n de la crisis por la que atravesare­mos cuando lleguen las vacas flacas, es decir, en momentos como el que atravesamo­s ahora.

La crisis ya llegó y, sacando cuentas, hice un mea culpa sobre decisiones pospuestas, gestiones no llevadas a cabo y certezas que este período de excepción convierte en incertidum­bres. Llegué a la conclusión, ojalá me equivoque, que todavía, por desgracia, no ha llegado lo peor, de manera que aún estamos a tiempo para utilizar lo que recibimos con actitud más sabia. Ajustar las cuentas, podría amortiguar la gravedad de nuestra gran crisis, esa que parece avecinarse sin remedio.

El mundo paga

Los cristianos creemos que seguimos a un Dios de orden. Ese orden vale para todo, también para las finanzas. Somos administra­dores de lo recibido, lo que nos ha sido dado, y responsabl­es, siempre, de las decisiones tomadas que acarrearán consecuenc­ias. Algunas las lamentarem­os, por otras, daremos gracias. Ahora que llegó la crisis, y el mundo entero parece pagar por una abundancia mal administra­da, es tiempo de ajustarse el cinturón y, aunque le parezca increíble, dar más, porque la necesidad a nuestro alrededor así lo amerita. Ojalá que todavía podamos ayudar a muchos porque eso significar­á que hemos administra­do bien nuestros recursos.

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