Rupturas en la continuidad
La continuidad en el poder de AP ha conllevado una serie de mistificaciones, medias verdades y opacidades generadas por un gobierno de 10 años de duración y el férreo control ejercido por el caudillo y sus adláteres, a todos los niveles del Estado y, por ende, su influencia sobre la política, economía, medios de comunicación y la sociedad. Por ello los sentimientos encontrados que provoca de manera polarizada, las odiosidades como afectos suscitados por este y que afloran a cada momento en la actual coyuntura, incluso aún ausente, pero con “verbo” y Twitter.
El caudillo en esta década, sin calificativo, con su fosfórica personalidad, montó una democracia autoritaria y reglamentada, con control de todas las funciones del Estado; pero la montó en un generalizado “obrismo” clientelar, dispendioso y desordenado, dizque para redistribuir de acuerdo a su criterio mesiánico y excluyente, desatendiendo los problemas de fondo y la dependencia al petróleo. En este contexto, su sucesor esperó posesionarse para señalar que había que dar un cambio en la conducción y re- laciones con y desde el Estado, más aperturistas, horizontales y participativas, que permitan una democratización. No lo hizo antes porque era crear un cataclismo, posiblemente más destructor que el 16A, con un caudillo tan conflictivo y pendenciero. Como se observa, para el presidente Moreno la gestión estatal no es una carrera de velocidad, como le exige una oposición desorganizada y ambiciosa, sino una programada maratón, como la de Jefferson Pérez en las Olimpiadas de Georgia. Por eso los diálogos con todos los actores políticos y sociales, la sanción a un irrespetuoso vicepresidente para que se ubique con relación al jefe del Estado, y la conformación de las Comisiones Económica y Anticorrupción. Y en este momento inicia la propuesta de las correcciones y mejoramiento en el diseño estatal a través de una consulta. La tarea no es “descorreizar” sino recuperar la gobernanza e institucionalidad; lo primero es un largo proceso político, ideológico y cultural, mientras lo segundo es la calidad de la democracia y fortalecimiento de la ciudadanía.