“Somos invisibles a los ojos del conductor”
Para Daniel Galarza, guayaquileño de casi 35 años, la falta de pasos cebra o el hecho de que estos sean invisibles a sus ojos (que estén descuidados, sin pintar) afecta considerablemente su vida. En más de una ocasión, relata, ha tenido que zigzaguear a los vehículos para evitar ser atropellado.
“En ciertas zonas de la Kennedy o Urdesa están despintados, entonces los conductores pasan a velocidades altas sin tomarnos en cuenta”. En Guayaquil los peatones quedan en segundo plano. Los choferes (de vehículos particulares, taxis o buses) solo pitan, agrega, esperando que los transeúntes se asusten. Ayer por ejemplo a Galar- za nadie le dio el paso en la Víctor Emilio Estrada y Guayacanes. “He demorado casi siete minutos en cruzar una avenida de no más de tres metros. No se ve el paso cebra. Por lo tanto, no existimos”, dijo.
En la calle Los Mangos en El Paraíso los residentes experimentan lo mis- mo cada que vez que intentan cruzar a Miraflores. “No tenemos paso cebra, un semáforo, nada. El 70 % de vecinos son de la tercera edad, usan andadores, sillas de ruedas. Y aun así a nadie le importa. Nadie los deja pasar”, se queja Kevim González, residente.