Con velas y flores agradecen y piden favores a la Virgen
El santuario a la Virgen de El Quinche está ubicado al nororiente de Quito ❚ La imagen proviene del siglo XVI ❚ La primera llegó a una población amazónica
ricka Cacuango pasa una vela blanca por el cuerpo de su hijo como si estuviera limpiándolo, luego la prende y coloca en una especie de caseta.
Al igual que su madre Consuelo y su abuela Rebeca, heredó la costumbre de dejarle a la Virgen de El Quinche sus peticiones en forma de velas y sus agradecimientos con ramos de flores.
“Mi mamá me enseñó a venerar a la Virgencita que ha sido tan buena”, dijo la muchacha. La vela reposa junto a otras, de variados colores, puestas por centenares de personas que limpian sus cuerpos para aliviar sus dolores.
“El milagro de estar viva y tener salud es bastante”, refirió Consuelo Proaño, madre de Éricka. Esta familia procura asistir a este santuario, ubicado al nororiente de Quito, cada semana; sin embargo, pocos saben el origen de esta fe.
Nataly López, guía del museo de El Quinche, contó que la imagen fue encargada al escultor Diego de Robles, en 1588, por los pobladores de Lumbisí.
En esos tiempos, una pequeña población indígena se asentaba en la Amazonía ecuatoriana, según los relatos cerca de Quijos, provincia del Napo.
Al estar en medio de la selva habrían tenido la visita de osos de anteojos que, al verse amenazados por la presencia humana, los atacaban. “Ellos imploraron ayuda para no ser afectados”, cuenta Nataly. Allí se les apareció una mujer a decirles que podría ayudarlos, pero que tenían que buscar la evangelización católica. Los pobladores aceptaron.
Poco después llegó Diego de Robles a ofrecerles la imagen en venta y ellos asombrados por el parecido a la mujer que se les presentó no dudaron en adquirirla. El pago fue unos cuantos troncos de cedro colorado.
Le hicieron un altar en una cueva y empezaron a venerarla. Allí estuvo durante 15 años, donde se le atribuyen varios milagros.
Sin embargo, los indígenas no se habrían despojado de su herencia ancestral como la Iglesia católica habría querido. Según cuenta la guía, uno de los caciques no podía tener hijos con su esposa y la Virgen le hizo el milagro con gemelos. El hombre habría
En el lugar se construyó una iglesia que debido a varios terremotos tuvo que ser derrocada para reconstruirla en 1905. Los atractivos En el convento regentado por los padres Oblatos existe un museo donde se exhiben las reliquias religiosas de la parroquia, entre ellas las vestimentas donadas por los devotos.
“Algunos son bordados a mano con hilos de oro y plata”, comentó la guía. En el clóset de la imagen reposan alrededor de mil vestuarios, de los que se desconoce el valor económico.
Llama la atención la exhibición de los llamados ‘exvotos’, que son representaciones de órganos humanos o miembros del cuerpo que han sido sanados por las peticiones a la Virgen. La mayoría data del siglo XIX y XX y fueron hechos en plata.
Allí también se exhiben las lujosas vestimentas de los sacerdotes de siglos anteriores, así como las litografías (pinturas) francesas con pasajes bíblicos.
La asidua afluencia de visitantes de todo el país ha convertido a esta parroquia y sobre todo a las calles aledañas a la iglesia en un gran centro de ventas. Allí se pueden encontrar crucifijos, rosarios, denarios, velas, estampas, hasta ropa, zapatos y comida.