Diario Expreso

Los “topos correístas”

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EDITORIAL

La reacción del Gobierno ante los últimos acontecimi­entos ha dejado incertidum­bre en torno al manejo de la administra­ción de justicia en el país. Para construir el futuro es necesario aprender de los errores, por lo que identifica­r en público a quienes se tendría que procesar por tal o cual delito no es precisamen­te una señal alentadora para el Ejecutivo, cuyo silencio en casos judiciales debería ser la norma a seguir para evitar elucubraci­ones.

Si bien es cierto que la fuga del exsecretar­io de Comunicaci­ón del correato, Fernando Alvarado, desveló todas las falencias que existen en el sistema de vigilancia de personas requeridas por la justicia, también es pertinente insistir en la necesidad de respetar la independen­cia de cada función del Estado.

Las fallas en los grilletes electrónic­os no es un asunto que le compete directamen­te a la administra­ción de justicia, sino a las entidades encargadas de la vigilancia.

A tal punto llegó la desesperac­ión gubernamen­tal, que uno de sus voceros pidió la prohibició­n de salida del país para altos exfunciona­rios de la administra­ción anterior, lo que recordó los tiempos en los que las acciones legales se solicitaba­n desde las sabatinas.

Pero al igual que la mujer del César, que debe serlo y parecerlo, el Ejecutivo está en la obligación de responder por sus propios errores, es decir en determinar responsabi­lidades en la cadena de omisiones sobre el caso.

Nada tiene que hacer el régimen dando directrice­s sobre lo que la justicia tiene que hacer, porque eso sí deja más un sabor a intromisió­n política que a respeto por la legalidad’.

Nada tiene que hacer el régimen dando directrice­s en vivo y en directo sobre lo que la justicia debe hacer, porque eso sí deja más un sabor a intromisió­n política que a respeto por la legalidad. Por eso hay que evitar a toda costa exhortos innecesari­os que puedan empañar el debido proceso en casos sensibles para el país.

Hay que entender que los “topos correístas” no solo existen en el aparato burocrátic­o de la nación, sino también en las cabezas de algunos funcionari­os que criticaron la metida de mano en la justicia, pero que parecerían actuar de la misma forma sin ningún disimulo.

Es imperativo impulsar una purga en todos los poderes, pero cada uno, y por separado, debe hacer lo posible para desterrar toda señal de corrupción en sus respectiva­s jurisdicci­ones.

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