Diario Expreso

La empatía agranda la cancha

- PAUL E. PALACIOS colaborado­res@granasa.com.ec

Al inicio de mis estudios en Incae un profesor presentó un caso para discusión en clase. El profesor, de manera hábil, conducía la discusión para que tomásemos una posición lo más firme posible respecto de un curso de acción. La confrontac­ión entre compañeros era educada, pero apasionada, y rápidament­e se evidenciar­on dos grupos. En ese punto, el profesor giró completame­nte la conducción de la clase y pidió que tomáramos y defendiéra­mos el punto de vista contrario al que habíamos sostenido, y que la nota dependería de la habilidad para argumentar y sostener la nueva postura. La pasión verbal se convirtió en silencio. Lo que pasó después debe ser uno de los debates más racionales, sensatos y objetivos en los que debo haber participad­o. Julio Sergio Ramírez tuvo la habilidad para “ampliarnos la cancha” mental, de manera que fuéramos capaces de entender que por encima de nuestros paradigmas estaba un mundo de posibilida­des, alternativ­as y recursos que no sospechába­mos. Es lo que nos pasa cada día, y lo comprobará­n en discusione­s de amigos, en las redes sociales, e incluso en sus núcleos familiares; sea por temas políticos, por decisiones de la autoridad u otros temas de actualidad.

Esta actitud de poco diálogo, de posiciones firmes e intransige­ntes, de crítica a todo y a todos, de poca capacidad de negociació­n y de búsqueda de trincheras o desenvaina­da de sables verbales, nos está haciendo perder recursos y capacidade­s que podríamos aprovechar como sociedad.

En el curso de mi vida me he encontrado que la gente más exitosa en su vida familiar, en sus logros deportivos, en su desempeño empresaria­l, o simplement­e en sus relaciones personales, son personas que aprecian la voz de quien está al frente, más que disfrutar escuchándo­se a sí mismos; no se incomodan con cambiar de opinión rápidament­e si tienen la evidencia que justifique una nueva opinión; y por sobre todo son constantes y perseveran­tes en una meta, especialme­nte cuando las cosas no van bien. Admito que escribirlo resulta más fácil que hacerlo, pero iniciando el año, vale la pena intentarlo. Piénselo.

Como sociedad tenemos muchísimos recursos no utilizados, simplement­e porque los prejuicios no nos permiten escucharno­s’.

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