¡La garita de la muerte!
Félix Andrade Zúñiga fue acribillado en el interior de un vehículo por dos motorizados, afuera de una urbanización privada de La Aurora de Daule.
Agentes de la Unidad de Muertes Violentas y Desaparecidos (Dinased) de Salitre buscan pistas en las imágenes de las cámaras de seguridad de las urbanizaciones privadas de la parroquia La Aurora de Daule, para tratar de identificar a los sicarios que ‘quebraron’ a Félix Andrade Zúñiga.
La víctima, que registra una detención en junio de 2018 por el presunto delito de tráfico ilícito de sustancias sujetas a fiscalización, fue acribillado aproximadamente a las 22:00 del pasado martes frente a una garita de un conjunto residencial, cuando se encontraba en el interior de un vehículo.
Walter Jaramillo Lino, fiscal de Daule, hasta la tarde de ayer buscaba determinar la motivación de este crimen. Se presume que fue por un ajuste de cuentas o por venganza, por la forma en que se ejecutó.
Agentes del servicio preventivo de esta parroquia cumplían con su patrullaje nocturno cuando fueron alertados por un motociclista, que les informó que dos sujetos a bordo de una moto balearon un automóvil celeste, placa GTA-2621. Al llegar, los uniformados hallaron a Andrade, de 33 años, sin vida y con seis disparos distribuidos en su cráneo y tórax, según el médico legista Manuel Briones Macías.
El teniente coronel Iván Molina Delgado, jefe del comando policial del distrito Daule, informó que en el lugar hallaron diez indicios balísticos de un arma 9 milímetros, los cuales fueron recogidos para el respectivo análisis.
Los familiares de la víctima, quienes arribaron a los pocos minutos de perpetrado el hecho de sangre, evitaron referirse a los motivos que habrían desencadenado esta muerte violenta. Una mujer se acercó al carro para reconocer el cadáver de Andrade, en medio de lágrimas.
Los investigadores buscan determinar si la víctima llegaba a la urbanización o salía de ella, ya que sus ejecutores arribaron, al parecer, directamente para dispararle.
DATO
Los seis balazos que acabaron con la vida de Félix Andrade Zúñiga se alojaron en su cabeza y tórax.