Darán cuentas un día
El doctor Jerome Lejeune, francés, profesor de genética fundamental de la Facultad de Medicina de la Universidad de París, considerado el padre de la genética moderna, dijo respecto al comienzo de la vida humana: “Cuando el espermatozoide y el óvulo se encuentran un nuevo ser es formado porque su propia constitución humana y personal está completamente definida. La fecundación produce una constitución personal que es enteramente única de este ser humano. Yo debo decir que no hay dificultad en entender que en el principio de la vida la información genética, la estructura molecular del huevo, el espíritu, la materia, el alma y el cuerpo ya están completamente unidos porque es el comienzo de una nueva maravilla que llamamos el ser humano”. De acuerdo con lo explicado por un distinguido profesional en genética, no por un político neófito en la materia queda claramente establecido que el comienzo de la vida del ser humano es el momento que se produce la fecundación, y es cuestión nada más que transcurran unos cuantos meses para que el nuevo ser salga del claustro materno a formar parte de la colectividad humana; lo cual coincide con el criterio de millones de personas por ser algo tan diáfano y lógico que no requiere ningún esfuerzo para entenderlo. De tal manera que el nombre de un aborto provocado es asesinato y en el caso de los países que lo han aprobado sería ‘legal’ de acuerdo con sus leyes, pero no según la lde Dios que prohíbe matar. El problema es que a los incursos en ese acto algún día les tocará presentarse ante el juez Jesucristo como señala la Biblia en Juan 5: 22 y 23. Cuando una persona no tiene en su vida a Dios cualquier cosa puede suceder. (O) Carlos Timoleón Garcés Montiel, contador, Guayaquil