Xeneize
(Lucas Alario, Pity Martínez, Scocco, Juan Fernando Quintero, Martínez Quarta, Exequiel Palacios y varios más) Marcelo Gallardo ha sabido mantener a River en lo alto de la consideración, con el hambre competitivo intacto. Y con juego arrollador.
El Santos-Boca
Luego vino otro plato fuerte: Santos-Boca. En 1963, con Pelé y Coutinho, el Peixe le ganó la final en la Bombonera; en 2003 el Boca de Tévez se desquitó en pero se le esperaba otra respuesta espiritual. Flaqueó feo. El Santos que será recordado por sus dos bajitos –Marinho 1,68 y Soteldo 1,60– le ganó 3-0, que tranquilamente pudo ser el doble. Que el fútbol evoluciona lo marca este hecho: la camisa 10 que durante 20 años fuera de Pelé ahora es de un venezolano, Yeferson Soteldo. Y la lleva bien. Marcó un golazo que terminó de derrumbar a Boca.
Duelo de brasileños
La idea de que pudiera reeditarse una final entre Boca y River salpimentó el último tramo de la Copa. Se dio todo lo opuesto, definirán Palmeiras y Santos. Y aunque están llenos de historia, de tradición, no despiertan lo mismo que los Primos. Ahora parece una definición descafeinada. Con fallas, con limitaciones, la pasión que ponen los equipos argentinos los torna atractivos en competencia, sobre todo en juegos eliminatorios. Ni hablar si llegan al choque decisivo. Y estas semifinales lo grafican: impactaron más por lo que hizo River y no hizo Boca que por las prestaciones de Santos y Palmeiras, aún ganando. Siempre hay algo para ver en un Boca-River: un espectáculo vibrante como el de Madrid en 2018, que encandiló al mundo, la intensidad, la rivalidad, las broncas. Hasta las patadas son memorables en un superclásico. Lo sintetizó Juan Carlos Barberis, discreto lateral derecho que actuó en ambos equipos en los años 60; antes de un clásico le preguntaron cómo afrontaría el gran duelo: “Hoy dejo la sangre en la cancha, la mía y la de los contrarios”, respondió. Así juegan, por eso gustan.
Las semifinales entre brasileños y argentinos –apasionantes– reeditaron la discusión sobre si hay que quitarles cupos a ellos para darles a otros medios menos poderosos (muchos piensan así). ¿Y eliminar a quienes dan las mejores funciones…? Parece ir en contra de toda lógica.
Santos buscará su cuarta corona y parte con una ventaja para la finalísima del sábado 30 de enero en Maracaná: su resonante victoria sobre Boca es una inyección de fe, de entusiasmo. Palmeiras es la contrafigura, la forma tan poco elegante de arribar a la cita lo deja con dudas. En su camino quedaron Guaraní, Bolívar, Tigre, Delfín, Libertad. Cuando le tocó un acorazado como River, le tembló el pecho. Pero esto es fútbol, el único territorio donde todo puede suceder. (O)