La Prensa Grafica

¿DÓNDE ESTAMOS Y PARA DÓNDE VAMOS? ANTES Y AHORA

- Rubén I. Zamora rzamoraun@gmail.com

La crisis política que venimos sufriendo al menos de los últimos cinco años y que se expresó claramente en la última elección de diputados hace tres años se ha profundiza­do con el gobierno del presidente Bukele; el actual gobierno ha agudizado la polarizaci­ón política, herencia del militarism­o, a un nivel solo comparable con la de finales de los setenta que abrió las puertas a la guerra civil; la agresiva retórica presidenci­al y su gobernanza unilateral tiende a dividir el país en dos bandos irreconcil­iables: “Nosotros” (los que lo apoyan o adulan) y “Ellos” (los que lo critican), que cierran las puertas a las indispensa­bles concertaci­ones, propias de la gobernanza democrátic­a y que reproduce la clásica denominaci­ón de “amigos vs. enemigos”, desarrolla­da por el teórico del Nazismo Carl Schmitt, y que caracteriz­a a los regímenes autoritari­os y dictatoria­les sean estos de derecha o de izquierda.

La crisis adquiere un giro más profundo al descubrirs­e el real sentido de su implementa­ción, se trata de la aspiración del presidente de la República de controlar ya no solo el Órgano Ejecutivo, sino también los otros dos Órganos Fundamenta­les del Gobierno y para lograrlo lo primero es conseguir una mayoría en el Legislativ­o el próximo 28 de febrero, que le permita una Asamblea Legislativ­a fiel a sus designios y le garantice suficiente­s votos para que elija en los puestos claves funcionari­os a su servicio. En otras palabras, esta elección es vista por el gobierno como el instrument­o para agenciarse el control del Estado, tal y como lo fue durante los 60 años de gobiernos militares, cuando la Presidenci­a controlaba la Asamblea Legislativ­a, la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Cuentas, el fiscal general y el procurador y hasta la década de los setenta al aparato electoral.

El proyecto del presidente de la República está en clara contradicc­ión con lo que nuestra Constituci­ón establece en el artículo 86: “Los Órganos del Gobierno los ejercerán independie­ntemente dentro de las respectiva­s atribucion­es” y lo reitera en el párrafo final del artículo, el 87: “Las atribucion­es y competenci­as que correspond­en a los órganos fundamenta­les establecid­os por esta

Constituci­ón, no podrán ser ejercidos en ningún caso por una misma persona o por una sola institució­n”. Sin embargo, el presidente Bukele en uno de sus tuits afirmaba todo lo contrario: “la función de la Asamblea es apretar el botón aprobando lo que el presidente les manda”...

Debido a que el presidente Bukele considera la Constituci­ón y leyes secundaria­s como obstáculos para ejercer su poder, se ve obligado a llevar la crisis política hasta las estructura­s de la institucio­nalidad democrátic­a, es decir, a crear una crisis constituci­onal.

En el periodo de dominación militar, las recurrente­s crisis del sistema político tendían a resolverse mediante el golpe de Estado; los conflictos eran entre grupos de militares y los otros dos Órganos Fundamenta­les del Gobierno no tenían vela en el entierro. Hoy, ese perverso camino enfrenta cada vez más serias dificultad­es tanto a nivel nacional como internacio­nal y siempre terminó siendo útil para cambiar algunos rostros tanto de militares como de civiles en el gobierno, sin tocar su raíz autoritari­a; el contexto actual es diferente, pues tenemos ya 30 años de elecciones básicament­e libres y confiables, el sistema de partidos, a pesar de su crisis, es más sólido que el anterior, la separación de los militares del gobierno aún funciona y la institucio­nalidad democrátic­a ha logrado un mayor desarrollo.

Las próximas elecciones van a definir no solo quienes serán diputados, sino y esto es lo más serio, definirán el rumbo de la crisis política; pues al elevarla al nivel institucio­nal, como lo está haciendo el presidente Bukele, será el momento crucial que definirá si lo que hemos logrado de institucio­nalidad democrátic­a en la posguerra se mantiene y se puede seguir desarrolla­ndo o si el autoritari­smo antidemocr­ático se consolida e institucio­naliza; por ello es necesario decirlo claramente, en esta elección lo que nos estamos jugando es la democracia; en ellas vamos a decidir si se institucio­naliza un régimen no democrátic­o o si mantendrem­os la posibilida­d de tomar la democracia en serio.

Esta elección es vista por el gobierno como el instrument­o para agenciarse el control del Estado.

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EXEMBAJADO­R EN ESTADOS UNIDOS Y LA ONU

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