“No me quiero ir. Dios me va a cuidar, quiero quedarme aquí”
Desolación Mas de 30 familias integradas por niños, adultos y jóvenes abandonaron el sector de El Hoyo de la colonia Las Torres por temor a las amenazas de los pandilleros, quienes les dieron un plazo de 48 horas para salir de sus casas
Más de 30 familias abandonaron un sector de la colonia Las Torres porque pandilleros de la 18 les dieron 48 horas para dejar sus casas.
“No me quiero ir, quiero quedarme aquí, Dios me va a cuidar”. Así se expresó con tristeza un hombre de 88 años que reside junto a su esposa en el sector conocido como El Hoyo, también conocido como El Río en la colonia Torres de Comayagüela. El octogenario es parte de más de 30 familias a las que inadaptados sociales pertenecientes a la pandilla 18 les dieron un plazo de 48 horas para desalojar sus casas bajo amenazas de muerte, según lo relatado por testigos. Desde hace menos de 10 días los habitantes de esta zona han vivido en zozobra por la muerte del joven Hitler Adonay Pascón Reyes, de 20 años, quien fue acribillado a balazos por supuestos pandilleros que pasaron por el sector en el momento que él trabajaba en un predio para la construcción de una casa.
La situación se agravó el miércoles alrededor de las 7:30 de la noche, cuando entre ocho y 10 supuestos integrantes de la pandilla 18 llegaron a una casa ubicada cerca del río Guacerique a decirle a una familia de ese sector que le daban 48 horas para abandonar ese lugar. Los tipos hicieron disparos para intimidar a la gente. Hace cinco días los pandilleros desalojaron a cuatro familias que vivían en un cerro del otro lado del río y luego que salieron procedieron a quemarles sus pequeñas casas construidas de madera.
Tras conocer la información sobre la amenaza, pelotones de policías preventivos, así como elementos de las unidades especiales de la Policía Nacional (Cobras y TIGRES) se desplazaron a la zona a realizar patrullajes.
También equipos de inteligencia de las Fuerzas Arma- das y de la Policía iniciaron un trabajo encubierto orientado a identificar y capturar a los responsables de las amenazas contra los habitantes.
Éxodo de familias
Desde las primeras horas de la mañana los habitantes comenzaron a abandonar sus viviendas que con el sacrificio de varios años lograron construir en esta zona conflictiva de la capital. Mujeres, hombres, jó- venes y niños salían de sus casas cargando en hombros los colchones, muebles de sala, aparatos electrónicos, trastos de cocina y hasta sus gallinas que tenían en los solares de sus casas para aprovechar los huevos y la producción de pollos.
Mientras, el octogenario que se resistía a salir de su casa manifestó que su vivienda la edificó gracias a su trabajo de varios años como vigilante.
Vestido con una calzoneta y sin camisa se atrincheró en la entrada a su cuarto a observar a su esposa que se iba con sus hijos y lo dejaba solo.
“No me quiero ir, quiero quedarme aquí, hay Dios me va a cuidar”, expresó el octogenario. Yo, agregó, aquí soy aparte, no me meto con nadie, soy cristiano y digo que yo me voy a quedar.
Dijo ser originario de Reitoca y que a su avanzada edad trabaja en una institución bancaria de quitar y poner una cadena, por lo cual devenga salario de 2,500 lempiras.
Por su parte, su compañera de hogar manifestó que se iba con pesar de dejar solo a su esposo, pero que fue obligada por sus hijos que la quieren proteger.“Nunca me ha tocado dormir en casa ajena, aunque sea de mi familia, pero es para hacer cumplir los deseos de mis hijos”, expresó sin poder contener el llanto.
“La casita es humilde, pero nos servía, no nos mojábamos”, dijo la esposa del celador. Un oficial de los Cobras aseguró que el reclamo de desalojo fue dirigido a una familia, a la que los pandilleros le ordenaron que les dijeran a sus otros vecinos que también tenían plazo para abandonar sus casas