Ahora sí, la voluntad del pueblo
Con el voto a raya, la excusa de algunos “cínicos” es que debe prevalecer la decisión del ciudadano. Nada dijeron cuando en las pasadas elecciones los votantes le negaron al Partido Nacional tener la mayoría en el Congreso Nacional, pero al final, en un claro irrespeto a esa decisión ciudadana -de la que ahora mágicamente son defensores-, ese instituto político terminó asumiendo la presidencia y el control absoluto del Legislativo, con la connivencia de los partidos opositores.
Si se respetara lo que el pueblo quiere habría menos impunidad, más combate a la corrupción, menos diputados en el Congreso y menos burócratas en las instituciones del Estado, bajarían los impuestos y habría más transparencia, sin leyes de secretividad ni funcio- narios a quienes la vox populi señala como embarrados hasta el cuello en el desfalco del IHSS, por poner un ejemplo.
Si tanto importa la voluntad del pueblo, ¿por qué el Congreso rechazó el plebiscito sobre la reelección presidencial? ¿Y por qué el gobierno no aceptó una misión de apoyo contra la corrupción en la que no fuera juez y parte?
Lo cierto es que esa voluntad popular es manipulada a conveniencia, usada al derecho o al revés, según los intereses que estén en juego. Y a veces hasta disfrazada.
Algo similar ocurre con la Constituyente y la posición gallo-gallina que han adoptado algunos, entre políticos y funcionarios, que no han tenido el valor de asumir una postura contundente sobre lo que está ocurriendo en Venezuela, pero en el caso de Honduras hasta lo usan como tema político, satanizándolo aquí, pero haciéndose de la vista gorda ante lo que ocurre en el país sudamericano.