¿Qué hacer frente a la crisis migratoria?
El éxodo de miles de hondureños a los Estados Unidos huyendo de la pobreza, la violencia, la delincuencia, la falta de empleo, y en busca de oportunidades laborales que aquí no existen para ellos, debe ser una oportunidad para que el Estado hondureño, de una vez por todas, defina políticas públicas de atención a las demandas de sus ciudadanos.
“Es hora” -como lo ha planteado la Conferencia Episcopal Hondureña (CEH)- “de que tanto el Gobierno, el sector financiero, empresarial, trabajadores, campesinos y la sociedad en general emprendamos la tarea de establecer un nuevo pacto social que aborde profunda y definitivamente la solución a este drama social hondureño”. Porque, como también lo ha expuesto la CEH: La migración es solo la punta del drama social que hoy vive la sociedad hondureña, “pero, la pobreza, la inequidad y la falta de oportunidades son sus otros componentes”.
Por eso los funcionarios de todos los niveles y de todos los poderes del Estado, acompañados de los cooperantes y funcionarios de organismos financieros internacionales que financian aquí programas y proyectos, deben hacer un alto y reflexionar sobre su impacto; si los dineros invertidos están llegando a quienes lo necesitan, y si no es así, replantear y redefinir el uso de los fondos en políticas integrales que coadyuven a la reducción de los índices de desigualdad y pobreza prevalecientes. Esta crisis abre esa oportunidad.
Hay muchas ideas sobre la mesa. Por ejemplo, la Cámara de Comercio e Industria de Cortés (CCIT) ha urgido activar un plan para incentivar la inversión en el país y planteado que se revisen las exoneraciones que no generan empleo y que a cualquier persona natural o jurídica que inicie un negocio independiente de su tamaño se le exonere del pago de impuestos sobre la renta y municipales por cinco años, siempre y cuando la inversión genere empleo antes de diciembre de 2019. Este y otros planteamientos no deben pasar desapercibidos por el gobierno, que debe abrirse a un diálogo franco y sincero en el cual, con el aporte de todos los sectores de la sociedad, se delineen los cimientos de un verdadero plan de desarrollo, en el que la lucha frontal contra la corrupción y la impunidad sea una prioridad. ¡Ya no se valen más remiendos en esta sociedad hondureña!