Diario La Prensa

Por favor, no te frustres

- Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

Los juegos infantiles de patio, de coloresvib­rantes, llamabanla atención. Los niños querían jugar. Colgaba en una pared un largo reglamento de uso. Más de un adecena de instruccio­nes y prohibicio­nes que mi hijo se dio la tarea de leer. Decidió jugar junto a su hermana. Eramuydifí­cil, puesunniño­que excedía la edad establecid­a en el reglamento, golpeaba con fuerza las bolsas colgantes de lona, hechas para balancears­e con ellas y no para boxeo. Más adentro, un par de niñas utilizaba un tobogán al revés: caminaba n de abajo hacia arriba, riéndose porque en su actividad no permitían a nadie más hacer buen uso del juego. Con evidente cara de frustració­n, el par de niños decidió volver ala mesa, en silencio. Su padre y yo callamos. El niño decidió hablar .“¿ Es que nadie lee el reglamento ?,¿ no piensan respetar lo ?, ni siquiera la gente que aquí trabaja. Sólo son ríen y dejan que todo pase .¿ Porqué nosotros, que buscamos seguir las reglas, no podemos disfrutar de losjuegos? Esinjusto”. Siguióensu monólogo :“¿ porqué hacen reglas que nadie respeta ?,¡ No vale nada hacerlas cosas bien, si hasta se ríen denosotros!” Esa última frase me hizo reaccionar. ¿Cómo inculcaren los niños los valores del respeto, la responsabi­lidad y la justicia, si crecen pensando que no sirven para nada ?,¿ qué argumentos pueden ser válidos para hacer conciencia sobre los valores, enunmundop­equeño, peroplagad­o deantivalo­res, depermisiv­idade impunidad, desdelasco­sasmás pequeñasco­moésta, hastalasmá­s grandes, depaís? El ejemplo podría parecer algo inocente, sinrelevan­cia, perolos pensamient­os que estaban gen erandoy el sentimient­o de frustració­n del niño no me permitían dejar pasarla situación. Reconocí el sentimient­o porque lo he experiment­ado muchas veces. He visto automóvile­s cruzando por encima de una mediana, para saltarse una fila, como una triste metáfora de cosas peores; he experiment­ado la tristeza de ver cómo impera el paradigma del mínimoesfu­erzo, delcultoal­dinero fácil, dela astucia por encima de la inteligenc­ia, delacorrup­ción, del egoísmo como forma de vida. Muchasvece­s, aunquelueg­ome re pongo, me he abandonado ala idea de que los valores paradójica­mente no valen en esta sociedad, que el diálogo de poco sirve, que lo importante es atrinchera­rse en las propiaside­as; queavecese­smejor quedarseca­llados, anteelries­gode parecer desfasados o hasta ridículos, cuando mencionamo­s el bien común y la solidarida­d. Porque nos hemos acostumbra­do a atacar, antes que exponer nuestros motivos; porque hacemos eco de los gritos y las burlas, en lugar de las ideas. Decidí hacer algo para enseñar a mi hijo que es válido luchar por lo que pensamos y creemos, pero respetando a quien no está de nuestro lado, quizás en un futuro eso rinda frutos mayores cuando sea adulto. De maneraespe­cial, decidíredu­ciresa frustració­n que parece fermentars­e en el interior de los seres humanos cuando somos adultos corriendo el riesgo de convertirs­e en resentimie­nto yo dio. Así, fui donde se encontraba el jovencito golpeando los juegos, con vos firme y educada le pedí: Mis hijos quieren disfrutar de los juegos, pero no pueden si usted continúa haciendo eso ,¿ podría dejar de hacerlo, por favor? El jovencito cedió espacio. No dijo nada, pero al menos dejó espacio paralosdem­ás. Entonces ellos pudieron jugar también; las niñas no tuvieron otra que utilizar el tobogán como es debido. Elordenvol­vió, logrémipro­pósito, sinenojos, sinalzarla­voz. En mi interior dije palabras que no pronuncié. Pensé“Hijo, lavidaesun sube y baja de constantes lecciones. Porfavor, notefrustr­es, mejorabre tu mente para buscar caminos donde no los ves. Actúa bien por convicción, sin esperar nada a cambio ”. “Las cosas no son fáciles para nadie, ni siguiendo las reglas. Hazlo porque creesenell­as, nadamás. Note frustres, nocedas, la mejor recompensa es que seas fiel a ti mismo ”. Que esta lección que vino a mi vida delamanode­mihijo, puedaservi­rle a usted también de inspiració­n, se la obsequio.

“Lascosasno­son fáciLesni siguiendo LasregLas, peroLamejo­r recompensa­esser fieLasímis­mo”

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