Diario La Prensa

“NOSOTROS YA VIMOS EL FIN DEL MUNDO”

Después de la desolación que causó el huracán, los habitantes construyer­on Brisas del Mitch, adonde ahora residen varios sobrevivie­ntes

- REDACCIÓN: CÉSAR ANDRÉ PANTING, LA PRENSA FOTOGRAFÍA­S: FRANKLYN MUÑOZ Y AFP

Gu a naja es como un mundo aparte. Es una joya natural del Caribe donde la realidades muy distinta ala mayoría de lugares de Honduras. En 1998, justo cuando comen zanbaa consolidar­se como destino turístico, el huracán Mitch la desoló. Enterró de golpe todos los avances logrados.

“Nunca olvidaré cuando el Mitch impactó a Guanaja. Los árboles quedaron arrancados. Creímos que éramos los únicos que habíamos quedado. Nosotros ya vimos el fin del mundo ”, expresa Sindy Mercado, directora de la Unidad de Turismo Municipal de Guanaja.

Fuera de Guanaja, pocos saben cómo es la vida en esta isla. Aquí, las comunidade­s están en diferentes cayos, muy separadas por el mar unas de las otras, pero todas las poblacione­s mantienen una comunicaci­ón y relación.

Para llegar a esta isla hay que viajar en avión desde La Ceiba. Antes, la terminal aérea en Gua najas el imitaba a una rudimentar­ia pista y una pequeña case ta de madera adonde atendían a los pasajeros. Pero el Mit ch también dejó casi inutilizab­le ese modesto aeródromo.

Años después, el Gobierno construyó una terminal aérea más grande e hizo una pista asfaltada (conocida con el código GJA) con 1,220 metros de longitud.

Diamante sin pulir. Tras llegar al aeropuerto Harris H. Hunter de Guanaja, los visitantes descubren que los taxis son lanchas, pues es a través del mar la única forma de ir de la terminal aérea a las comunidade­s.

La zona donde está la alcaldía y se concentra el comercio, es El Cayo, una comunidad rodeada de agua, pero sin playa. En este pequeño territorio hay un hacinamien­to exagerado de edificacio­nes. Las calles son tan angostas que no caben los vehículos.

El Cayo, una de las zonas devastadas por el Mitch, por su ubicación ( inserto en el mar), continúa totalmente expuesto a los fenómenos naturales.

“En turismo aún estamos en pañales, pues no nos recuperamo­s del huracán. Por ejemplo, había un museo de historia en la Playa del Soldado, y aquea esa playa llegó Cr is tob al Colón, pero el museo fue destruido por el fenómeno y ahora solo quedan las bases”, dice Mercado.

Para desplazars­e aotrascom unidades desde El Cayo, el único medio es la lancha. En algunos tramos, los viajes duran varios minutos.

La mayoría de habitantes en Guanaja está en el área rural, donde residen 3,934 personas. En el sector urbano viven 1,805 personas, según el Instituto Nacional de Estadístic­as( IN E ).

Brisas del Mitch. El caos que causó el huracán hizo que muchos se mudaran a tierras altas y construyer­an la comunidad Brisas del Mitch, adonde viven ahora.

“La gente que ahora reside en Brisas del Mitch es, en su mayoría, la que vivía en Mangrove Bight, lugar destrozado por el huracán. La gente todavía teme que suceda algo parecido. Ese miedo siempre está ahí. Ya es parte de nosotros”, dice Ormond Moore, vicepresid­ente de la asociación de taxistas en lancha de Guanaja.

“Es imposible describir toda la devastació­n que causó el huracán Mitch en Guanaja. Aunque yo solo era una niña cuando sucedió, tengo grabado en mis recuerdos aquellas tristes imágenes que vi, porque era una devastació­n tan grande que pensamos que no había quedado vivo nadie más que nosotros”. Sindy Mercado Jefa de la Unidad de Turismo Municipal de Guanaja

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