Diario La Prensa

Habitantes de San Miguel, en La Paz, viven en zozobra al ver a los jóvenes y niños que se desmayan, sufren calambres y convulsion­es. Piden que médicos especialis­tas lleguen a atenderlos Población alarma da por extraños ataques que padecen 22 jóvenes

Pobladores de San Miguel, en Guajiquiro, viven en zozobra porque los muchachos sufren convulsion­es y calambres Piden que lleguen especialis­tas para saber qué les está pasando

- Roxana Rodríguez roxana.rodriguez@laprensa.hn

GUAJIQUIRO, LA PAZ. Incertidum­bre y preocupaci­ón invaden a unas 600 familias de la comunidad lenca de San Miguel, en Guajiquiro, La Paz, donde de repente jóvenes y niños se desvanecen o salen corriendo sin control rumbo al cementerio de la localidad. Los aldeanos están en zozobra. Nadie les da una explicació­n del padecimien­to que viven los muchachos que han abandonado las clases en el único centro básico del pueblo. Un equipo de Diario LA PRENSA re corrió la montaña por más de tres horas hasta llegar a San Miguel, y los periodista­s pudieron observar lo que ocurría. Los padres de familia estaban reunidos en el centro comunal y de inmediato comenzaron a relatar lo que les está pasando. Mario Adalid López, presidente de la Asociación de Padres de Familia, contó que desde finales de septiembre uno de los muchachos comenzó con calambres en sus manos y pies y se desvaneció en el centro básico donde estudia, luego otros en sus casas o en las calles. Con los días, el problema empeoró porque querían salir corriendo para el cementerio, donde se suponía iban a comer tierra y otros decían que a enterrar unos papeles. Dicen que todo empezó después de la muerte de un joven de la localidad, y es a la tumba de él donde corren los afectados. Los jóvenes son estudiante­s de octavo y noveno grado del centro básico, y otros menores, quienes han presentado similares síntomas. Ayer, mientras padres de familia estaban reunidos en el centro comunal de la aldea, un grupo de pastores evangélico­s comenzó a visitar las casas donde encontraro­n a los muchachos vigilados por amigos o familiares. Las oraciones no pararon mientras las madres de los jó- venes lloraban e imploraban porque ya no sufrieran.

"pedimos a las autoridade­s que nos ayuden porque hemos sido olvidados"

"queremos que respeten a la comunidad, no hay ritos satánicos"

Oraciones. La madre de un pequeño de nueve años se acercó a una de las casas donde los pastores oraban, pero mientras esperaba su hijo se desvaneció. Minutos antes, el pequeño andaba tranquilo, se paró cerca de un árbol donde comenzó a llorar y movía los dedos de sus manos. “Así comienza, yo quiero ayuda no quiero ver a mi hijo así”, imploró la madre. Al pequeño tuvieron que sostenerlo y llevarlo adonde los pastores, ahí cayó al suelo intentando vomitar y hacer movimiento­s con su lengua.

Ese tipo de comportami­ento también lo mostró otro de los muchachosd­enombreElm­er, quien se levantó de una cama y quiso atacar a las personas que estaban a su alrededor. Entre tres hombres tuvieron que dominarlo. “Despuésdeq­uepersonas­con buena voluntad vienen a orar o rezar por ellos, se tranqui- lizan, queremos que esto ya termine”, dijo Eutalio López Martínez, tío de Elmer. Recordóque­semanasant­eriores “los muchachos estaban más graves, pero no queremos que diganquehi­cieronrito­sdiabólico­s, porque somos una comunidad católica y ellos son estudiante­s, futuro de estas familias”. El sacerdote de la iglesia de Aguanquete­rique llegó el martes a hacer una misa a la que llevaron a cinco jóvenes afectados “todos comenzaron a convulsion­ar y después ya quedaronun­pocotranqu­ilos”. El padecimien­to de los muchachos no solo afecta a sus familias sino a toda la comunidad. Daysi Maribel Corea, madre de un menor de 15 años, dijo que el papá lo llevó al hospital de La Paz donde lo internaron dos días y le dijeron que no tenía nada, “solo le pusieron suero”. Les indicaron que le hicieran un examen cerebral y el papá lo llevó a San Pedro Sula, pero hasta dentro de 15 días le dan los resultados, por lo que no saben aún qué le sucede. Un médico general llegó a evaluar a los cinco muchachos, que aún presentan comportami­entos extraños, pero no les dio ningún diagnóstic­o. Uno de los que fue afectado, que ya no presenta comportami­ento violento, dijo no recordar nada, pero en su semblante se le observaban tics nerviosos. La comunidad pide al Gobierno que les ayude con médicos especialis­tas y medicament­os, pues en el centro de salud la mayor parte del tiempo no hay ni una pastilla.

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 ??  ?? eUtALIO LóPeZ Tío de uno de los afectados
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MARIO AdALId LóPeZ Padre de familia
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