MÁS QUE VENCEDORES
¿Alguna vez te has detenido a preguntarte: «¿Qué hago aquí en este mundo? ¿Qué significa todo esto para mí en particular?» Son preguntas frecuentes, sobre todo cuando atravesamos momentos difíciles.
Naturalmente, sabemos que Dios nos ha puesto aquí para que lo amemos y para que amemos a los demás1. No obstante, cuando nos enfrentamos a las experiencias singulares que nos toca vivir en nuestro tránsito por este mundo, a ratos puede resultarnos difícil encontrarle sentido a todo lo que nos sobreviene. Así, de tanto en tanto nos topamos con muros de piedra infranqueables. Necesitamos ayuda de Alguien capaz de ver el panorama global que a nosotros se nos escapa.
Opino que en nuestra vida una de las cosas más importantes es adquirir experiencia a partir de todo lo que nos sucede. Esa experiencia, sumada a los consejos de Dios, es fuente de conocimientos, comprensión y sabiduría en el Espíritu Santo. Cuando de crecer y madurar se trata, no hay atajos.
Contamos con un Solucionador que nos guía por buenos caminos si lo seguimos; pero si Él cortocircuitara toda experiencia difícil y nos librara de esos trances solo porque podrían resultarnos dolorosos o traumáticos, nos privaría de la oportunidad de beneficiarnos al máximo de las enseñanzas de la vida.
Estoy convencida de que Él, por el amor que nos profesa, sabe exactamente cuáles son las experiencias que necesitamos para aprender y madurar, no solo en el momento, sino también en el contexto de la eternidad. Yo le creo cuando dice que no permitirá que nos sobrevenga ninguna tentación que no podamos soportar. Es el Dios del universo. Si hay alguien que sabe lo que más nos conviene y es capaz de moldear nuestra vida de manera que saquemos el máximo provecho de nuestras experiencias, es Él. Sin lugar a dudas sabe lo que nos hace falta mucho mejor que nosotros mismos, que tenemos una perspectiva limitada y finita.
¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? En todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:35,37 ( NVI)