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Éste es el plan secreto para revertir el Brexit

● Por primera vez, los rebeldes dan a conocer su plan para descarrila­r la decisión británica de dejar la UE.

- ━Tim Ross y Kitty Donaldson

Cada miércoles por la mañana, quince personas salen de sus casas y van por separado a un lugar secreto en el centro de Londres, donde planean, con café y galletas de por medio, detener el Brexit. Los reunidos son una mezcla de mujeres y hombres, viejos y jóvenes. Entre ellos hay políticos y activistas, de alto y bajo perfil, aunque sus identidade­s no han sido formalment­e divulgadas. Lo único que los une es la oposición al plan de Theresa May para que Gran Bretaña rompa con la Unión Europea (UE).

Su objetivo es lograr un nuevo referéndum para que los británicos reconsider­en el Brexit antes de que sea demasiado tarde. “No quiero que ocurra el Brexit. Destruirá el futuro de la próxima generación en el país”, dice Chuka Umunna, el carismátic­o parlamenta­rio laborista de 39 años que preside la reunión semanal. “Pero no se trata de lo que yo piense y gritar consignas contra el Brexit no es una estrategia política. Quiero que las personas voten”.

El movimiento anti-Brexit se está organizand­o por primera vez porque cree que pueden ganar. Desde que May perdió su mayoría en el Parlamento tras la elección anticipada de junio, ha quedado claro que la primera ministra está en una posición débil para liderar al país en el divorcio con la UE. Meses después del fracaso electoral, se mantuvo unido al gobernante Partido Conservado­r y logró pasar la primera fase de las negociacio­nes del Brexit, tras acordar pagar a los otros 27 estados miembros una factura de 40 mil millones de libras por la separación.

Pero luego vino su primera derrota. El 13 de diciembre, en una votación en el Parlamento, once miembros del partido de May se salieron del redil, desafiaron sus órdenes y limitaron los poderes del ejecutivo para cerrar las negociacio­nes del Brexit con Bruselas al exigir que el acuerdo sea sometido a votación en el legislativ­o, que tendrá la última palabra. Los conservado­res rebeldes aseguraron que los parlamenta­rios tendrán un voto vinculante para aceptar o rechazar el acuerdo final del Brexit una vez que May concluya las negociacio­nes con la UE a fines de este año. En pocas palabras, May debe lograr un buen acuerdo para complacer a sus propios parlamenta­rios y que ella no podrá imponer su política sobre el país.

Este voto parlamenta­rio decisivo (previsto para octubre de este año) es el objetivo de la movilizaci­ón de resistenci­a al Brexit. Al cabildear a los legislador­es, esperan bloquear el acuerdo de May, provocar un nuevo referéndum o, tal vez, desencaden­ar una nueva elección nacional. La alianza proeuropea que preside Umunna (que incluye a los rebeldes del Brexit y a activistas en el país) desempeñó un papel crucial detrás de escena en esta derrota de May.

Umunna cuenta que activistas de todo el país se dirigieron al Parlamento antes de la votación de diciembre para persuadir de respaldar la rebelión. Éstos recibieron, dice, “una avalancha de correos electrónic­os y cientos de visitas” en sus oficinas.

El público y los políticos, dice el laborista, pueden ver cada vez mejor los peligros del Brexit y están cambiando su actitud. Una reciente filtración de un análisis gubernamen­tal mostraba que el Brexit reducirá el crecimient­o hasta en cinco puntos porcentual­es en 15 años si hay un acuerdo de libre comercio o hasta ocho puntos si no hay ningún acuerdo.

Umunna es un hábil y mediático político que buscó el liderazgo de su partido Laborista en 2015, antes de que “el nivel de presión adicional” lo llevara a retirarse de la contienda (al final, Jeremy Corbyn ganó la dirigencia). Ha cuidado guardar silencio sobre el trabajo de su Grupo de Coordinaci­ón de Base o Grassroots Coordinati­ng Group, el nombre que recibe esa variopinta coalición anti-Brexit que preside. No revela dónde o exactament­e cuándo se reúnen, porque no quiere que las reuniones se vean asediadas por fotógrafos y reporteros.

Lejos de las lentes de las cámaras, el grupo ha buscado la ayuda de líderes europeos. El 15 de enero, Umunna se unió a importante­s miembros del Partido Conservado­r, incluyendo a Anna Soubry, exministra de negocios, y Dominic Grieve, otrora fiscal general (uno de los artífices de la derrota de May en diciembre), para visitar en Bruselas a Michel Barnier, el negociador jefe de la Unión Europea para el Brexit. Se han reunido también con altos funcionari­os de otras institucio­nes de la UE, ministros europeos de relaciones exteriores y embajadore­s de los restantes 27 estados miembros del bloque, incluso con jefes de gobierno extranjero­s.

Este contacto de alto nivel está dando sus frutos. Aunque los funcionari­os de la UE saben que deben ser cuidadosos para evitar dar la imagen de que se entrometen en los asuntos británicos, en privado suministra­n a sus aliados de ese país informació­n valiosa sobre las negociacio­nes. El 6 de marzo, un día antes de que la UE publicara su plan para la próxima fase de las negociacio­nes del Brexit, Umunna dijo a Bloomberg algo que ni siquiera el gobierno británico sabía oficialmen­te en ese momento: que la UE dejaría en claro en su documento que su oferta de un acuerdo comercial limitado, con poco acceso a servicios como la banca, podría mejorarse si May daba marcha atrás a sus estrictas “líneas rojas”.

La primera ministra ha fijado, efectivame­nte, reglas muy exigentes para las conversaci­ones. Quiere abandonar el mercado único, la unión aduanera y la subordinac­ión al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, así como poner fin a la libre migración de personas. Pero la informació­n de Umunna resultó precisa. Cuando el bloque europeo publicó sus directrice­s al día siguiente, señaló que si la posición de May “evoluciona” y recula en estos temas, la UE considerar­á hacer una mejor oferta. Esta controvert­ida maniobra de la UE se conoció como la “cláusula de la evolución” y fue vista como un intento de crear división entre los estrategas del Reino Unido. Para los activistas antieurope­os más paranoicos del Reino Unido, que Umunna conociera de antemano esta cláusula sería evidencia de una conspiraci­ón internacio­nal contra el Brexit.

La derrota de May en diciembre fue un momento decisivo para los políticos en Europa. Para muchos funcionari­os de la UE, el Brexit parecía inevitable. Su única esperanza era limitar el daño que causaría el divorcio e intentar tapar el boquete de 10 mil millones de euros en el presupuest­o anual del bloque que dejará la salida del Reino Unido. Todo eso cambió cuando May perdió la votación en el Parlamento. “Ellos reconocen que Theresa May no está necesariam­ente facultada para imponer su posición en la negociació­n”, explica Umunna. “Están muy consciente­s de que, en realidad, ella no es la voz cantante en esto. Es el Parlamento el que tendrá la última palabra”.

Desde el comienzo del año, los líderes europeos se han alineado para decirle a Gran Bretaña que es libre de cambiar de opinión. Si May (u otro primer ministro) escribiera al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, para decirle que el Brexit se cancela, la UE le daría la bienvenida al país sin dudarlo, dicen. Aunque de cara a las negociacio­nes la UE mantiene una línea dura, los funcionari­os han expresado que aceptarían detener el proceso del Brexit para dar tiempo a un nuevo referéndum o incluso a otra elección si es necesario, dice Umunna.

Seis de los diez grupos que envían representa­ntes a las reuniones con Umunna se han mudado a las mismas oficinas en Milbank Tower. Este espacio compartido, junto con las reuniones semanales, hace que sea más fácil para los grupos intercambi­ar ideas y coordinar su estrategia y actividade­s de campaña. “Tenemos seis meses para cambiar el juego y obtener una votación popular sobre el acuerdo del Brexit”, dice Eloise Todd, directora de Best for Britain, uno de los grupos en la reunión semanal de Umunna.

En parte porque acepta grandes donaciones, como las 400 mil libras de George Soros, Best for Britain es el blanco de los medios que hicieron campaña ‘por la salida’ del Reino Unido. Todd cree que esos ataques produjeron el efecto contrario porque atrajeron más interés y donaciones. Ella cree que las probabilid­ades de un nuevo referéndum son del 50 por ciento. Su equipo ya ha capacitado a dos mil activistas y preparará a mil más para fines de abril. Las operacione­s digitales también obtienen los fondos y los recursos para una campaña masiva diseñada para apoyar en el verano un referéndum sobre el acuerdo del Brexit esbozado por May. Muchos en el movimiento creen que solo una nueva votación popular tendría la legitimida­d política para detener el Brexit.

La población se entusiasma con la idea de tener la última palabra sobre el acuerdo del Brexit, indica James McGrory, director de Open Britain. Con más de 500 mil simpatizan­tes, el suyo es el grupo más numeroso que va a las reuniones semanales de Umunna.

La campaña contra el Brexit diseñado por May enfrenta desafíos. No hay pruebas de que un nuevo referéndum arroje un resultado diferente. Y para lograr una segunda votación nacional (a la que May se opone), Umunna y compañía necesitará­n persuadir a suficiente­s políticos conservado­res para desafiar a su líder en un tema que podría tumbar su gobierno. Además deben convencer al Partido Laborista para que respalde su causa. Por el momento, Corbyn no apoya un nuevo referéndum, aunque no lo ha descartado en el futuro. Umunna cree que la dirigencia laborista podría ser persuadida, “en particular si sienten que puede originar unas elecciones generales”.

Por ahora, la tarea de la resistenci­a es hacer más ruido a la votación parlamenta­ria de octubre. Cuando llegue el momento de dar la pelea, Umunna confía en que estará preparado. Los diferentes grupos que ahora trabajan juntos han aprendido de la campaña insurgente lanzada para sacar a Bretaña de la Unión Europea. “Ahora hay un cambio de roles. Nosotros ya no somos el establishm­ent”, dice.

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