Detectar la depresión puede ser útil para que el afectado busque ayuda.
¿Alguna vez has sentido que ya no tiene sentido seguir con la misma relación, en el mismo trabajo, en la misma carrera, en la misma rutina? De tu boca salen expresiones como “estoy harto(a)”, “hasta aquí llegué”, “tiro la toalla” y empiezas a sentir que te hacen falta fuerzas para despertar, levantarte y empezar el día, o para salir de tu casa y llegar a donde tengas que llegar.
¿Has concluido que la vida no tiene sentido? Lo que te pasa es como estar en un camino sin salida; empezó como un leve nerviosismo, se convirtió en ansiedad y luego en angustia, con lo que se empezaron a esfumar las noches de sueño.
De repente, nada te parece bueno, estás irritable y con cualquier cosa explotas para hacer daño a los demás con tus palabras o actos, hasta llegar al punto en el que te sientes insoportable.
Hace unos días recibí en mi consultorio a un joven que expresó todo lo anterior en los primeros 5 minutos de su primera terapia. Me lo esperaba porque su lenguaje corporal era evidente: postura encorvada, semblante serio, ojos sin brillo, boca apretada y ceño fruncido.
¿Alguna vez te has sentido así? ¿Conoces a alguien que se siente así? Si la respuesta es sí y esto lo has sentido durante los últimos siete días, es muy probable que esté empezando un proceso de depresión.
Los trastornos
Existen varios tipos de trastornos depresivos. Los más comunes son el tras- torno depresivo grave y el trastorno distímico.
El trastorno depresivo grave se caracteriza por una combinación de síntomas que interfieren con la capacidad para trabajar, dormir, comer y disfrutar de las actividades que antes eran placenteras. Incapacita a la persona y le impide desenvolverse con normalidad.
El trastorno distímico o distimia se caracteriza por síntomas de larga duración (dos años o más), aunque menos graves; pueden no incapacitar a una persona pero sí impedirle desarrollar una vida normal. Las personas con distimia también pueden padecer uno o más episodios de depresión grave a lo largo de sus vidas.
La depresión puede experimentarse junto con otras enfermedades. Los trastornos de ansiedad, como el de estrés postraumático, obsesivo-compulsivo, trastorno de pánico, fobia social, y la ansiedad generalizada, acompañan frecuentemente a la depresión. El abuso o la dependencia del alcohol o de otras sustancias adictivas también pueden ser coexistentes con esta situación.
Si conoces a alguien que está deprimido esto también te afecta a ti. Es importante ayudarlo a conseguir un tratamiento adecuado. Tal vez necesites pedir una cita a nombre de tu amigo o familiar y acompañarlo a ver al especialista, porque cuando una persona está deprimida, difícilmente busca ayuda por sí misma. Ofrécele apoyo emocional, comprensión, paciencia, y ánimo.
Es posible salir de esos estados depresivos, como el joven del que les estaba platicando. En la tercera cita la expresión de su rostro cambió y cuando le pregunté: “¿Todo bien?”. él respondió: “¡Muy bien!”.