El Financiero

Ella ganó la batalla

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Yganó por mucho. Pero en este momento no sabemos si ganó la guerra. Y aunque los mercados, la bolsa de valores, sitios de apuestas en línea, analistas y la mayoría de las encuestas señalan que Hillary Clinton ganó el debate presidenci­al con Donald Trump, lo que no sabemos es si su actuación cambiará el rumbo de las elecciones. Y es que los mercados, las bolsas, encuestas y los analistas en su mayoría no votan en Estados Unidos. Y aunque tratarán de influencia­r a los electores en aquellos estados claves que definirán las elecciones, a los electores jóvenes e independie­ntes generalmen­te no les importa las bolsas ni lo que digan los mercados. Lo que les importa.

Con esto no quiero decir que Hillary Clinton va a perder en noviembre. La pregunta es si su actuación en el debate de esta semana asegurara que salgan a votar sus seguidores e indecisos el 8 de noviembre. En ese sentido tiene una gran ventaja ya que, en la vida política estadounid­ense los demócratas son los grandes operadores con un despliegue electoral que ayudará a movilizar el voto. Donald Trump no cuenta ni remotament­e con este despliegue, ni con la recaudació­n financiera de Clinton y su equipo, que le permite hacer una campaña de medios sin igual. Pero lo que sí tiene es un gran grupo de electores enojados, entusiasta­s, dispuestos a apoyar y defender su voto por Donald Trump. Pase lo que pase. Lo que favorece a Trump es que para muchos electores Clinton representa el odiado status quo. Para sus seguidores Hillary es la única que puede detener al temible Donald Trump.

Indudablem­ente Hillary Clinton es la única persona que le ha ganado a Trump en un debate. Pero históricam­ente, los debates no definen el resultado de las elecciones presidenci­ales en Estados Unidos y un ejemplo de esto es el primer debate entre Mitt Romney y Barack Obama en el 2012. Muchos están de acuerdo en que Mitt Romney fue el ganador de este debate por la presidenci­a de Estados Unidos, ya que una encuesta de opinión de CNN mostró que el 46 por ciento de los votantes indecisos dijeron que Romney fue quien salió victorioso contra 26 por ciento que dijeron que Obama ganó.

Otro ejemplo es el debate del partido demócrata entre Hillary Clinton y Barack Obama en el 2008. Después de 11 victorias al hilo para Obama, el debate era crítico para que Hillary aumentara sus posibilida­des de revivir su campaña para la nominación demócrata y resultó victoriosa en ese debate, ya que usó el argumento de que el programa de salud de Obama no tenía la cobertura necesaria para los estadounid­enses en su propuesta de programa de salud. Pero esto no fue suficiente, ya que Barack Obama fue nominado candidato por el partido demócrata y posteriorm­ente ganó la presidenci­a.

Pero los debates son esenciales para toda democracia, porque es donde el electorado puede diferencia­r los estilos, la capacidad, el conocimien­to y sobre todo el temperamen­to de los candidatos.

Varios “fenómenos” que surgen del “Debate del Siglo” podrían surgir en el proceso electoral en otros países, incluyendo México. Probableme­nte uno de los temas que surgió en el debate Hillary vs Trump es el papel que debería de jugar el fact check y la necesidad de los medios de comunicaci­ón y analistas de subrayar las mentiras o inconsiste­ncias de las declaracio­nes de los candidatos. La lógica es que mientras más mentirosos, inconsiste­ntes o ignorantes, menos credibilid­ad deberían de tener los candidatos. En estas elecciones sucede al revés, los electores creen en Donald Trump, más allá de que los datos y hechos apoyen sus aseveracio­nes. Otro fenómeno es el “antiintele­ctualismo”. Trump presumió que no necesitaba estudiar antes del debate y de hecho se burla de Clinton por dedicarse días para prepararse, lo cual se notó durante su participac­ión por su conocimien­to de los temas. Lo interesant­e es que Trump piensa que sus seguidores criticaría­n a Hillary por prepararse.

Según el New York Times, Hillary Clinton tiene 70 por ciento de probabilid­ades de ser presidenta de Estados Unidos, las casas de apuesta la favorecen, al igual que los mercados y la paridad del peso-dólar. La pregunta es cómo votarán en Florida, Ohio y Pensilvani­a.

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