PRI pasmado y aletargado
Mientras que los adversarios políticos del PRI ya exploran sus posibilidades de alianza o coalición con otras fuerzas políticas para la elección presidencial de 2018, el tricolor está pasmado esperando las señales del olimpo que se tardan en llegar y alientan esperanzas que en su XXII Asamblea Nacional ya podrán fijar una posición al respecto.
Y no sólo los adversarios del PRI, sino los propios aliados, como el PVEM, ya declararon que están abiertos a un acuerdo por el bien de México, ya que su compromiso es con los mexicanos y no con los partidos, aunque precisan que la alianza que tienen con el presidente Enrique Peña Nieto será hasta el último día de su mandato.
Es decir, el PRI no tiene en automático un cheque en blanco con los Verdes ni con Nueva Alianza, ya que la alianza electoral les ha significado costos muy altos a estos partidos, en virtud de que han perdido prerrogativas en varias entidades cuando van en alianza con el PRI; y en contraparte, cuando compiten solos, han obtenido más victorias.
En las recientes elecciones en Veracruz, el Partido Nueva Alianza compitió solo y obtuvo el tercer lugar a nivel estatal, al ganar en 18 municipios de la entidad.
Luis Castro, el presidente nacional de este partido, dijo que su partido se está preparando para contender sin coaliciones ni alianzas, aunque se dijo dispuesto a dialogar con las fuerzas políticas nacionales que estén dispuestas a firmar la plataforma turquesa, sobre todo en defensa de la educación pública laica, gratuita, de calidad, obligatoria e incluyente, y los derechos de las mujeres, así como las bases para un desarrollo sustentable del país.
El llamado que hace el PRD a crear un frente amplio opositor contra el PRI, y por su lado el PAN ya se muestra abierto a las alianzas con otros institutos políticos, son señales muy poderosas para cristalizar una opción conjunta en la boleta electoral de 2018.
Andrés Manuel López Obrador ya pintó su raya y solo irá en alianza con el PT, aunque muestra fundados temores ante la cristalización de una alianza PAN-PRD que, sin duda, obtendría los votos suficientes para triunfar en los comicios presidenciales.
Las aguas se mueven y en el horizonte tricolor se avecinan grandes nubarrones que presagian tormenta en 2018. A un año de la elección, sólo el PRI se mantiene estático y amodorrado.
Sin definiciones internas, ni decisiones sobre posibles coaliciones o alianzas, entre las filas priistas crecen las voces de inconformidad ante la inacción y, conforme pasan los días, esta rebelión interna deja de ser sólo un tema de radio pasillo, para subir a los medios de comunicación.
Cierto es que nada se mueve si el priista número uno no lo dispone, pero también es una realidad que él está montado en una espiral en donde cada día que pasa pierde más poder.
A pesar de que el deseo presidencial es que el destape de su candidato sea hasta finales del año, lo cierto es que la presión política y social por la definición de candidatos de todos los partidos políticos es inaplazable, así como las alianzas o coaliciones que se realicen, así como los candidatos independientes que finalmente siguen creciendo en el ánimo popular.
El marasmo del PRI tal vez se deba a una confianza desmedida por el triunfo que obtuvieron en el Estado de México y en Coahuila, empero esas elecciones respondieron a temas regionales y no aspectos nacionales, en donde el sentir de la ciudadanía es muy diferente al de esas dos entidades.