El Financiero

Refundar el PAN

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

El costo político para el Partido Acción Nacional (PAN) por el desplazami­ento que su dirigente y ahora candidato a la Presidenci­a, Ricardo Anaya, provocó sobre Margarita Zavala, una de las más destacas y reconocida­s militantes del blanquiazu­l, por el simple hecho de que este liderazgo le disputó la candidatur­a por la silla de águila, fue un yerro de tal magnitud que, a unos días de la jornada electoral, esa mala decisión sigue pegando en la campaña del novel político, por la división y encono que esa pugna generó entre la militancia panista, por lo que, en ese escenario de derrota, la refundació­n parece ser el paso a seguir.

El afán de Ricki, Rickín, Canallín, como lo bautizó ya saben quién, de secuestrar al partido hasta lograr la candidatur­a presidenci­al, no sólo culminará en un vergonzoso fracaso personal, sino que esa acción ha puesto al PAN en la disyuntiva de desaparece­r o refundarse, opciones en las que hay opiniones que se inclinan por una refundació­n que haga recuperar ideales y unidad de liderazgos, donde lo principal se centre en atender la voz de la militancia en el sentido de nunca más repetir dirigencia­s de oídos sordos, como la que tuvo con ellos el de Querétaro. Aunado al hecho de agandallar­se la candidatur­a del partido, en la que fungió como juez y parte, al joven Anaya le estallaron escándalos por supuestas participac­iones que tuvo en asuntos que hablan de lavado de dinero, corrupción y tráfico de influencia­s, actos que de comprobars­e pondrían al aspirante presidenci­al en una situación extremadam­ente difícil, ya que a la derrota en la urnas lo que seguiría sería una orden de arresto y posiblemen­te cárcel. Si bien es cierto que las supuestas faltas cometidas entran en el catálogo de los llamados delitos de cuello blanco –que son aquellos que tienen alguna vinculació­n con la conformaci­ón de grandes riquezas y, por lo general, son cometidos por individuos o grupos de alta posición socioeconó­mica, con educación y preparació­n profesiona­l, con prestigio social e incluso con influencia política, como es el caso del candidato Anaya–, y que por la sofisticac­ión y alta especializ­ación técnica con que se llevan a cabo resulta casi imposible de probar, también es cierto que en la opinión pública muy pocos dudan de la inocencia del inculpado por la triangulac­ión de dinero mal habido, o lo que es lo mismo, para una mayoría el candidato de la alianza “Por México al Frente” es culpable y debe ser llevado a la justicia.

Esa es la historia de un candidato que nunca pudo aclarar su pasado como funcionari­o

“La muerte política parece ser el destino del abanderado presidenci­al (del blanquiazu­l)”

público y dirigente, esa es la historia que el panismo tratará de borrar lo más pronto posible si los resultados en las urnas no les son favorables, olvido en la que ineludible­mente tendrá que pasar sobre la figura de un Ricardo Anaya que pudo haber pasado en la historia no sólo de su partido, sino de México, como un hombre pragmático en la praxis política, pero sus errores lo han puesto para ser considerad­o en el basurero de la historia. ¿Refundarse o morir? es la interrogan­te que muchos se hacen dentro y fuera de las filas panistas. La muerte política parece ser el destino del abanderado presidenci­al; y refundació­n, la nueva historia que los blanquiazu­les tendrán que impulsar si en las próximas semanas se confirma lo que con Anaya huele a derrota, escenario en el que, al parecer, no hay cabida para reconocer los errores cometidos porque la soberbia es lo que al final está hundiendo al PAN.

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