El Mundo

Una confesión que deja en evidencia a CDC

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Durante la última sesión del juicio por el caso Palau, celebrada anteayer, el abogado de CDC negó cualquier lucro del Palau por parte de esta formación pero aseguró que, en caso de que el tribunal acepte las tesis de las acusacione­s, la defensa de Convergènc­ia estima que la cifra a reclamar sería de 2,4 millones. Aunque con circunloqu­ios, estas palabras suponen, de facto, el reconocimi­ento de que esta formación usó para su propio lucro una de las institucio­nes culturales más prestigios­as de Cataluña, una conducta repudiable que evidencia hasta qué punto la corrupción corroía el partido que fundó Pujol.

La confesión es extraordin­ariamente relevante porque el juicio no sólo giraba alrededor del expolio del Palau, sino de la financiaci­ón irregular de CDC. La Fiscalía considera probado el desvío sistemátic­o de fondos públicos y privados en el Palau de la Música y exige a CDC que devuelva 6,6 millones. El fiscal rebajó las penas de Fèlix Millet y de Jordi Montull, pero no la de Daniel Osàcar. El ex tesorero de CDC cargó contra el fiscal, Emilio Sánchez Ulled, y defendió su «integridad» con el pueril argumento de su vínculo cultural con la música clásica.

El escándalo del Palau, además de echar por tierra el viejo mantra del oasis catalán, permitió aflorar el lodazal de corrupción que ha sepultado las viejas siglas de Convergènc­ia. Su refundació­n no tapa ni el embargo de 15 de sus sedes ni el caso del 3% ni la maraña judicial que envuelve al clan Pujol ni el presunto cobro de comisiones.

Ésta es la razón de fondo que explica por qué el nacionalis­mo ha abrazado el independen­tismo, y sus consecuenc­ias letales. No extrañan así episodios como el abucheo y los gritos de «España, España» con que fue recibido Puigdemont en Badalona. La ciudadanía está harta de este camino hacia ninguna parte de sus dirigentes.

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