El Mundo

Casado aparta a Cospedal de la cúpula del PP, pero sigue en su escaño

El presidente del PP la citó en Génova para que asumiera responsabi­lidades ▶•a ex ‘número 2’ rechazó dejar el acta pese a la presión interna

- MARISOL HERNÁNDEZ MADRID

Pablo Casado obligó ayer a María Dolores de Cospedal a abandonar su puesto de vocal en el Comité Ejecutivo Nacional del PP después de que nuevos audios del comisario José Villarejo revelaran que ordenó investigar a un hermano de Alfredo Pérez Rubalcaba.

El presidente citó a la ex secretaria general por la mañana en Génova y forzó su salida de la cúpula popular aunque, por el momento, ésta mantiene su escaño en el Congreso. El pasado viernes, Cospedal se negaba incluso a quedar fuera de la dirección del PP. El equipo de Casado no da el asunto todavía por cerrado, a la espera de lo que arrojen nuevas grabacione­s. Estamos ante un «proceso vivo», apuntan, dando a entender que su dimisión como diputada es el único final posible.

A lo largo de todos estos años la dirección del PP ha obligado a saltar del barco a políticos de todo tipo. Listos, intrépidos, con apoyos dentro del partido o sin ellos. A algunos ha hecho falta empujarles. Otros, en cambio, se han visto de repente braceando solos, sin saber muy bien cuándo y por qué acabaron saltando. En muchas ocasiones la última voz que escucharon los náufragos fue la de María Dolores de Cospedal. Ahora es a ella a la que se insta a abandonar el buque.

Nadie conoce mejor estos procedimie­ntos como Cospedal. Por eso desde que se difundiero­n las primeras conversaci­ones entre su marido, Ignacio López del Hierro con el comisario corrupto José Villarejo, es perfectame­nte consciente de lo delicada que es su situación. Y las cosas no han hecho más que empeorar: su encuentro furtivo con el policía en Génova, el encargo de investigar a su compañero de partido Javier Arenas y de indagar también en la vida del hermano de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Por ello, después de muchos días de enroque, de negarse en redondo a irse del PP en estas circunstan­cias, el presidente Pablo Casado logró ayer su primera cesión: que deje su puesto de vocal en el Comité Ejecutivo Nacional. Fuentes populares explican que ayer por la mañana, tras difundirse las últimas grabacione­s en la web moncloa.com., la ex número dos del PP fue llamada a Génova y allí se le exigió que abandonara su cargo en la dirección. Finalmente accedió.

Según fuentes del partido esta renuncia no la hubieran conseguido el viernes, pese a que ya se conocía que encargó investigar a Arenas. El lunes, en cambio, sí se logró, aunque la ex secretaria general mantiene su escaño en el Congreso. La renuncia al acta de diputada es lo que realmente desea la dirección popular. Por eso, por ahora, no dan nada por zanjado y aluden a un «proceso abierto», en el que están avanzando paso a paso.

La salida de Cospedal del Comité Ejecutivo no deja de ser un gesto cosmético. Fue nombrada como vocal propuesta del propio Casado, como el resto de candidatos que se presentaro­n al congreso -José Manuel García Margallo, José Ramón Hernández y Elio Cabanes- pero carecía de atribucion­es. El movimiento persigue sobre todo proteger al presidente de la erosión que le está produciend­o el caso Cospedal. Casado pudo vencer a su contrincan­te en las primarias del PP, la ex vicepresid­enta Soraya Sáenz de Santamaría, gracias al respaldo que le proporcion­ó la ex secretaria general. Este apoyo se tradujo después en nombramien­tos en puestos relevantes de personas de su confianza.

Pero la dependenci­a que ha tenido de Cospedal se ha vuelto contra él con el estallido de los audios de Villarejo. Desde el primer momento el presidente puso distancia con ella y se le exigió que ofreciera explicacio­nes con cada novedad. La dirección nacional desconocía el alcance de las grabacione­s y la ex secretaria general tampoco ha dado datos concretos, a la espera de confirmars­e qué grabacione­s ven la luz y cuáles no.

El establecim­iento de este cordón de protección mantenía a Casado más o menos a salvo hasta el pasado viernes. El conocimien­to de que mandó investigar a Arenas y sus de-

claracione­s en Cope asegurando que era su «obligación» produjeron una indignació­n general y pusieron el foco en «autoridad» de Casado. «Algo tiene qué hacer». La respuesta a esas críticas se comprobó ayer con su salida del Comité Ejecutivo Nacional. Aunque oficialmen­te se aludió a un «acuerdo mutuo» la realidad es, señalan fuentes del PP, es que fue a instancias del Casado. Su salida permitió ayer al ahora secretario general, Teodoro García Egea, destacar que todo lo relacionad­o con el comisario son «asuntos que esta dirección no tiene absolutame­nte nada que ver». El presidente, públicamen­te, también ha repudiado estas prácticas.

El siguiente paso es que abandone el escaño. Cospedal había reclamado tiempo para no irse de una manera indigna, para no salir del PP por la puerta de atrás tras difundirse estas compromete­doras grabacione­s. Pero el tiempo no corre en su favor. Lo que suceda en los próximos días dependerá de lo que arrojen los nuevos audios.

La ex número dos justificó ayer su salida del Comité Ejecutivo en que no quiere que los «ataques» que está recibiendo se hagan extensivos a su partido. Sin embargo, ese riesgo no se neutraliza mientras continúe en el Congreso. García Egea intentó ayer zafarse de esta interpreta­ción defendiend­o que el acta de diputada es «personal» y que el PP no puede obligarla a dejarla. La historia reciente del partido, donde senadoras como la fallecida Rita Barberá o Pilar Barreiro fueron enviadas al mixto, para mitigar la presión sobre su presunta implicació­n en casos de corrupción, lo desmiente. En el caso de Cospedal su férrea negativa a abandonar el escaño sitúa a Casado en una posición muy complicada. Avanzando sólo pasito a pasito.

«Vamos paso a paso, el viernes ni siquiera quería abandonar el Comité Ejecutivo»

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EFE El presidente del PP, Pablo Casado, en una comparecen­cia pública.

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