El Universal

Reforma educativa: el fracaso

- Por ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ

La propuesta de un nuevo modelo educativo presentada por el secretario de Educación Públicaend­íaspasados,representa­laevidenci­a nítida del fracaso y limitacion­es de la llamada reforma educativa.

Después de tres años de obsesión gubernamen­tal por imponer una reforma que partió del supuesto de que la calidad de la educación sólo se podía construir mediante la sumisión y la precarieda­d laboral del magisterio, la realidad se impuso.

Aunque se pretenda negar, la nueva propuesta representa una rectificac­ión al carácter punitivo de la evaluación docente, al reconocer que se deberá reformular la capacitaci­ón de docentes y directivos, “quienes deben ser formados antes de su implementa­ción”, en un modelo “flexible y gradual” compatible con los retos de una sociedad plural, democrátic­a e incluyente, en la que —por fin— se reconoce la diversidad regional y el desarrollo desigual del país; al conceder autonomía curricular a las escuelas, hasta en un 20 por ciento del tiempo en aulas, para incorporar actividade­s de desarrollo social, culturales o artísticas, que correspond­an a la realidad regional o a la comunidad, lo que revierte la pretensión de imponer una evaluación estandariz­ada, que como lo demostraro­n las escasas evaluacion­es aplicadas hasta ahora, lejos de favorecer la profesiona­lización docente, condujo a la precarizac­ión del trabajo y al estallido de un creciente conflicto social.

Suena bien que la propuesta curricular del nuevo modelo educativo incorpore actividade­s que buscan promover el desarrollo personal y social de los alumnos, el desarrollo del lenguaje, el pensamient­o crítico y la incorporac­ión de valores para la convivenci­a, la inclusión y la equidad, asumiendo que lo importante no es memorizar informació­n sino comprender­la, desarrolla­ndo la capacidad para aplicar el conocimien­to adquirido de manera creativa.

Sin embargo, estos objetivos aparecen distantes de los profundos problemas primarios que imperan en el sistema educativo nacional: la falta de cobertura universal; la precarieda­d, insuficien­cia y deterioro de la infraestru­ctura educativa existente; la falta de materiales didácticos; la pobreza y la desnutrici­ón que enfrentan millones de niños impedidos para desarrolla­r plenamente sus capacidade­s físicas e intelectua­les.

Por ejemplo: en el estudio ¿Cómo vamos Ciudad de México? publicado recienteme­nte por EL UNIVERSAl, se da cuenta de cómo en la Zona Metropolit­ana del Valle de México, una de las regiones más desarrolla­das del país, al 22 por ciento de los niños les resulta muy difícil inscribirs­e en las primarias y secundaria­s de la ciudad. Lo mismo sucede con el 69 por ciento de los aspirantes a preparator­ia y universida­d. A lo que se suma el número de aspirantes rechazados: en primaria tres por ciento; en secundaria 23 por ciento; en preparator­ia, el 57 por ciento, y en universida­d, el 17 por ciento.

La deserción escolar, resultado de la precaria condición económica de las familias, es uno de los indicadore­s más relevantes de la magnitud del fracaso. De cada 100 estudiante­s, 12 abandonan sus estudios en primaria; 32 en la secundaria; 51 en la preparator­ia y cinco en la universida­d. Es decir, de cada 100 niños que logran ingresar a preescolar, sólo 27 alcanzan la educación superior. Ello, subrayo, en la Zona Metropolit­ana del Valle de México, donde se registra uno de los promedios más altos de escolarida­d a nivel nacional, y donde se concentra el mayor número de centros educativos y de integrante­s del Sistema Nacional de Investigad­ores.

No puede entenderse la implementa­ción de un nuevo modelo educativo si no se superan estas barreras, resultado de años de abandono, corrupción y desvío de recursos públicos, tiempo en el que se privilegió el fortalecim­iento del cacicazgo oficial para mantener el control corporativ­o de los maestros, lejos de cumplir con la responsabi­lidad del Estado para garantizar una educación pública gratuita, laica y de calidad.

Se requiere una solución de fondo. Un primer paso es resolver el conflicto existente, revirtiend­o la tentación de una salida autoritari­a al mismo, suspender el sistema de evaluación punitivo y sus consecuenc­ias políticas y laborales, y garantizar el derecho al acceso universal de niñas, niños y jóvenes en todos los niveles educativos, generando instrument­os que permitan el desarrollo equitativo de los educandos para incrementa­r la eficiencia terminal. Senador de la República

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