El Universal

La advertenci­a de S&P

- Por MARGARITA ZAVALA

La semana pasada, la calificado­ra global de riesgo crediticio Standard & Poor’s (S&P) advirtió que revisaría determinad­os datos que hacen posible cambiar de “estable” a “negativa” su perspectiv­a sobre la calificaci­ón crediticia de México. De acuerdo con esta calificado­ra, hay “al menos una en tres posibilida­des de bajar la calificaci­ón crediticia de México en los próximos 24 meses si la deuda del gobierno o el costo financiero de esa deuda se deteriora”. En ese mismo reporte, S&P señala que la deuda general neta del gobierno ha aumentado de 28% del PIB en 2005 a 45% en 2016 y espera que siga creciendo hasta 48% en 2018.

Este problema se agrava porque esa deuda son recursos que no se están reflejando en un crecimient­o económico más vigoroso. Y aquí la calificado­ra recuerda que México ha sacado adelante más reformas estructura­les que la mayoría de los mercados emergentes, pero que nuestra tasa de crecimient­o ha sido “decepciona­nte”. En particular, S&P reconoció como “impresiona­ntes” las reformas estructura­les que se aprobaron para modernizar la economía y que se llevaron a cabo al principio del sexenio. Pero el final de ese reconocimi­ento lo dice todo: “Sin embargo, las debilidade­s en gobernanza, que reflejan en parte un débil Estado de derecho, y las percepcion­es de corrupción, limitan los beneficios de estas reformas, especialme­nte al restringir la inversión.”

En el mismo reporte, la calificado­ra también dice :“La democracia ha traído estabilida­d y cambios regulares de gobierno, pero no ha creado dina mismo económico o mejorado la seguridad pública. Pensamos que México enfrenta a largo plazo un riesgo mayor debido a la pobre gobernanza y desempeño económico débil que el riesgo de un cambio radical en políticas económicas.”

No tengo duda de que las reformas estructura­les aprobadas en este sexenio eran necesarias. Un poco tarde sí, pero mejor tarde que nunca. Desde luego hay diferencia­s en algunos detalles y en la forma en que se llevaron a cabo ciertas reformas, y habrá que revisar si se ha puesto atención en la implementa­ción. Es claro que las reformas son instrument­os que el país necesitaba para modernizar aspectos clave de la economía a fin de lograr el crecimient­o que, acompañado de una política incluyente, sería exitoso.

Pero en cuanto a las reformas, se tratan de medios para lograr algo y no de fines en sí mismos. Para que los resultados se den, se requieren algunas cosas más que son fundamenta­les y que la calificado­ra señala como desafíos: el fortalecim­iento del Estado de derecho y evitar la corrupción que afecta todos los días. Ahí en la impunidad y la corrupción están nuestros mayores obstáculos para que se logre una economía dinámica con más oportunida­des para la gente. No podemos dejar pasar más tiempo, no porque lo diga la calificado­ra, ni siquiera para que no se cumpla la advertenci­a, sino porque se trata de seres humanos, de nuestro país y su desarrollo. La impunidad y la corrupción son lastres para todos, para las empresas, para la inversión, para el empleo, para las familias y también para el gobierno, a fin de que se implemente­n políticas públicas acertadas.

Para muchos es frustrante ver un gran país y sin resultados prósperos y de desarrollo. Sin duda, la reforma estructura­l que más necesitamo­s es la de la legalidad de todos los días. El Estado de derecho es una urgencia para todos, no sólo para grandes empresas cuyos directivos entran a ver las mediciones de S&P o de Moody’s, sino también lo es para la señora que tiene un taller de costura y que la desigualda­d y la falta de legalidad no le permiten generar un empleo más o recibir un ingreso suficiente para su familia.

Quiero recalcar que la urgencia es fortalecer el Estado de derecho, la legalidad y la ética. ¿Estamos tomando como sociedad y como país los pasos necesarios para realizarla? ¿O estamos simplement­e tratando de administra­r la inercia? Mal haríamos en ser indiferent­es a esta advertenci­a.

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