El Universal

SER PAPÁS, SU PAPEL PROTAGÓNIC­O. TAMBIÉN CAMBIAN PAÑALES

Para Ornellas, la crianza de su hijo es algo natural y se sorprende de que le preguntan si él lo hace

- Texto: JANET MÉRIDA

Marcus Ornellas llega a la redacción acompañado de Diego. El pequeño acaba de despertars­e y, como todo bebé, no está del mejor humor, busca a cada momento los brazos de su papá, quien no duda en abrazarlo, darle besos y explicarle que se harán unas fotos.

Diego lo mira y se escucha entonces la voz del papá diciendo lo que imagina, le responderí­a su hijo. Es una escena cotidiana para él pero llena de ternura vista desde afuera.

Desde que supo que traerían al mundo al pequeño, Marcus tenía claro el tipo de padre que se esforzaría en ser todos los días. Hace una pausa, se le quiebra la voz y comparte.

“Yo tengo un gran papá. Y ojalá yo pueda ser algo parecido a lo que él fue y es para mí, que Diego me pueda ver a mí como yo veo a mi papá: con lo que me ha enseñado, sus consejos”, dice el actorz brasileño.

Como todos, el participan­te en las telenovela­s A que no me dejas y Despertar contigo, sabe que su padre es un ser humano con errores y aciertos, pero de una cosa siempre ha estado seguro: todo lo que ha hecho por él y por sus hermanos fue buscando convertirl­os en buenas personas.

Diego, de un año de edad, no sólo es el primer hijo de Marcus, fue también el primer nieto de sus papás.

Lleva el nombre de uno de sus hermanos menores y curiosamen­te, cuando éste tuvo a su hijo, lo llamó Marcus. Algo que el ahora también tío presume orgulloso.

El cuidado del nuevo integrante de la familia no fue nada extraño para el carioca pues le tocó cuidar a sus hermanos pequeños. Por eso le resulta extraño que le pregunten si hace tal o cual cosa por su hijo.

“Me molestaba en muchas ocasiones cuando me preguntaba­n sorprendid­os ‘¿Sí cambias pañales?’ eso me ofende, ¡por favor, es lo mínimo que puedo hacer por él!” platica.

“Soy papá. Soy actor. Soy una persona a la que le gusta el deporte, los carros, la carne asada pero finalmente soy papá y tengo que cambiar pañales, darle su biberón, darle de comer, bañarlo y llevarlo al pediatra”, comenta feliz.

“Incluso el papá 2017 es otro papá, uno con menos prejuicios, más involucrad­o y digo en general porque en mi familia,el mío siempre estuvo muy presente y en todos los momentos aunque se separó de mi mamá cuando yo era muy chiquito”, dice.

Si de alguna manera, comenta, su experienci­a como papá y figura pública sirve para otras personas, no hay problema.

Mientras da la entrevista, Diego toma su biberón con la abuelita.

“Es un BamBam” dice Marcus sonriendo. Orgullos, cuenta que es muy grande, como su papá, inteligent­e y si hay algo que no le gusta es que la gente grite.

Además del biberón, su comida favorita es el licuado de plátano con papaya y leche de arroz.

“Las caricatura­s son por etapas. De más chiquito le gustaba La vaca Lola y ahora le gusta Don Tomate y Masha y el oso” dice sonriendo.

En cuanto al futuro, sólo quiere la felicidad de Diego. Que aprenda portugués, su lengua materna, además de español e inglés, que estudie y encuentre lo que le gusta en la vida y sepa que es amado.

Tras felicitar a todos los padres y también a las mujeres que cumplen ambos roles con sus hijos, Marcus le dice a Diego que ya van a casa.

Lo carga y bajan a cambiarse. Diego balbucea y después alza su manita para decir adiós.

“Tengo un gran papá. Y ojalá pueda ser algo parecido a lo que él fue para mí, que Diego me pueda ver a mí así, con lo que me ha enseñado, sus consejos” MARCUS ORNELLAS, Actor y modelo

No hay punto de comparació­n entre lo que significa descubrir los secretos de la cocina y ser papá. Para nada, dice Toño de Livier. O bueno, si podemos hacer algún acercamien­to, comenta, el ejemplo es una película.

“Ser papá es como el efecto Ratatuille, pero multiplica­do por mil”, dice el anfitrión de Cocineros Mexicanos, aludiendo al filme animado.

Hace seis meses, el chef dio la bienvenida a su hijo Patricio, pero desde antes que naciera, experiment­ó los síntomas del embarazo.

Todo el tiempo se le entojaban galletas con leche y helado, también tuvo náuseas que terminaron con el nacimiento de su bebé que, dice, traía torta bajo el brazo: además de procurarle mucho trabajo, ha cambiado la forma en la que él experiment­a la cocina.

“Te vuelve mucho más sensible, cuando termino de hacer una receta o algo, la pruebo y si no siento amor no está lista todavía. En mi caso me hizo más exigente.

“Hace rato estaba haciendo mole verde para venderlo la semana que entra y no estaba contento, le hacía falta algo, le agregué cilantro y ya quedó” platica Toño.

Experto en satisfacer el paladar de sus clientes, no ha tenido la misma suerte a la hora de cocinar para Patricio. Cuando el pequeño pudo comer otra cosa además de leche, él fue quien preparó su primer platillo.

“Le hice una papilla de aguacate. No le encantó. Es increíble ver su reacción, es lo primero que probaba en su vida después de la leche y no le encantó, estaba haciendo caritas muy extrañas” dice sonriendo. Pero no pierde la esperanza de que en el futuro tenga mejor suerte y por supuesto, poder compartir con él la magia de entrar a la cocina.

“Yo me muero de ganas de hacer música con mi hijo usando sartenes, cacerolas y licuadoras”, apunta. Para Nico Mejía, el Chef viajero de Cocineros Mexicanos, la paternidad ha tenido para él distintos rostros.

Tiene cuatro hijos, dos que rondan los veinte años, uno de 11 y la más pequeña de unos meses.

El chef reconoce que mucho tiempo no fue un buen padre, pero actualment­e la cocina ha servido para acercarse poco a poco a sus hijos.

“No supe ser una padre con ellos. Mi mente divagaba muchísimo, fue difícil y me llevó tiempo tener una relación con los dos más grandes.

“Mi hija acaba de venir hace 15 días y aproveché que tenía un evento donde cocinamos una vaca entera y estuvimos juntos cocinando y compartien­do la cocina desde mi punto de vista”, dijo a EL UNIVERSAL.

“Creo que voy a tener que pagar lo que hice, creo que no he sido un buen padre con mis dos primeros hijos y con el tercero tampoco, con la beba estoy tratando de cambiarlo”, compartió.

Pero Nico Mejía asegura que la gastronomí­a lo ha ayudado a que sus hijos vean qué hace su papá.

“Es una labor ejemplar. Espero que puedan ver en mí el papá con un camino”, expresa.

“Yo me muero de ganas de hacer música con mi hijo usando sartenes, cacerolas y licuadoras” TOÑO DE LIVIER Chef anfitrión de Cocineros Mexicanos

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Nico, el chef viajero, junto a su hija pequeña.
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Toño de Livier con Patricio, de seis meses de edad.

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