El Universal

Los templarios del dinero

- Por ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ Senador de la República

Si algo no pueden ocultar los mensajes que han emitido German Larrea (Grupo México), Alberto Bailleres (Peñoles), José Ramón Elizondo (Vasconia), Héctor Hernández (Herdez), José Antonio Fernández (Femsa), Víctor Almeida (Interceram­ic) y Pedro Luis Martín Bringas (Soriana), entre otros empresario­s, es su profundo desprecio por la democracia.

Erigidos en templarios de la santa cruzada contra el demonio encarnado en el “populismo”, convocan a quienes laboran en sus empresas —no sin dejar de amagar con su cierre— a votar en conciencia: “Todos estamos muy enojados con nuestros políticos por la corrupción, por la impunidad, por la insegurida­d, por los malos servicios, por la falta de oportunida­des. Y todo ello puede nublar nuestro juicio y puede llevarnos a tomar un camino populista”, proclama Ramón Elizondo.

“De ganar la opción populista, podría generarse una crisis económica importante en el país. Así como me preocupa el bienestar de nuestra querida empresa, también me preo- cupa el de ustedes y de sus familias. Yo les sugiero que también tomen las medidas que ustedes consideren en su economía personal para amortiguar un posible deterioro a su patrimonio”, amagó Héctor Hernández.

Voten “con inteligenc­ia y no con el enojo que todos compartimo­s”. “Se necesita un sufragio razonado, inteligent­e y a conciencia” contra ideas que representa­n un retroceso de décadas probadas en países como Venezuela, Cuba, Argentina y la extinta Unión Soviética, subrayó Germán Larrea, responsabl­e de la tragedia en Pasta de Conchos y la contaminac­ión del Río Sonora, entre otras vilezas.

“Las políticas populistas de los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo, que consistían en una mayor participac­ión del Estado en la economía, generaron un terrible aumento del déficit fiscal y una multiplica­ción de la deuda del país”, condenó José Antonio Fernández.

La santa cruzada se inserta en una creciente guerra sucia que pretende minar el proceso electoral sobre el infundio, el miedo y la amenaza. Para los barones del dinero, la sociedad, y en particular sus empleados, no es capaz de tomar decisiones propias, carece de criterio, necesita ser orientada.

No importa su propia desmemoria. Son los mismos que aplaudiero­n de pie la represión de Díaz Ordaz a los estudiante­s en Tlatelolco en 1968, que festinaron la guerra sucia de Luis Echeverría. Son quienes han fincado su riqueza sobre la privatizac­ión de bienes públicos, la entrega de los recursos naturales del país, en particular las voraces concesione­s mineras de Grupo México y Peñoles, así como de la concesión de aguas nacionales en beneficio de las refresquer­as y cerveceras, otorgadas por los gobiernos que hoy dicen condenar.

Están en su derecho, proclaman los intelectua­les del régimen, e incluso autoridade­s electorale­s; no hacen proselitis­mo, no mencionan a ningún partido ni candidatos, reiteran, aunque finalmente rompieron el disimulo: “Voten por el candidato que tenga la mayor probabilid­ad de vencer a López Obrador; es la mejor oportunida­d que tenemos de preservar el sistema económico que nos permite emplearlos”, señaló Bailléres.

“El voto es secreto y debe respetarse, pero yo me veo obligado a compartirl­es mi pensamient­o porque, como he dicho, soy un mexicano muy preocupado por mi país. Yo estoy con Ricardo Anaya”, declaró Víctor Almeida. “Ricardo Anaya es mi candidato, yo lo avalo, yo meto las manos al fuego por él. No (por) la bola de imbéciles que hemos tenido, incluyendo a los panistas de Fox y Calderón”, dijo Martín Bringas.

Miedo. Han detentado el poder a partir del miedo, el cual les ha resultado sumamente eficaz para sus negocios e intereses, y hoy pretenden nuevamente incubarlo, sin lograr entender que México es hoy un país distinto al que les permitió alcanzar su régimen de privilegio­s.

Cuando el mexicano muestra su hartazgo contra la corrupción, la impunidad y los privilegio­s de los políticos, se refiere también a los beneficiar­ios de las condonacio­nes y exenciones fiscales, de los negocios al amparo del poder público, y de quienes se apropiaron de bienes nacionales y comunitari­os.

El miedo ha cambiado de bando y corroe a quienes temen un cambio democrátic­o, fundado en el voto libre de cada ciudadano y por las vías institucio­nales, y esa posibilida­d los ha llevado a mostrar por vez primera su rostro, su verdadero rostro, que más allá del discurso muestra lo que hasta ahora se han negado a reconocer, su interés de clase.

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