El Universal

LA VIDA ENTRE LA PROSTITUCI­ÓN Y EL NARCOMENUD­EO

Sol abandonó la escuela militar en Venezuela para ganar “plata” y ayudar a su familia, pero el empleo que le prometiero­n en México nunca se concretó

- Texto: LUIS RAMÍREZ Fotos: NADYA MURILLO

Por medio de una página de internet, Sol encontró un trabajo de hostess en un restaurant­e de la capital del país, pero a su llegada la gente que contactó le quitó su pasaporte y le dijeron que las vacantes en los restaurant­es ya se encontraba­n ocupadas. Lo único que quedaba disponible era trabajar como “modelo” para el portal ZonaDivas.com.

Sol llegó al país en 2015. Con 22 años de edad y una silueta bien definida, la convencier­on de dedicarse al sexoservic­io, pues le comentaron que con “todo eso que se cargaba podía sacar buena lana” para pagar la deuda que, sin saberlo, ya había adquirido.

“En mi primer servicio, un tipo entró al cuarto donde había tres chicas además de mí, me aventó ropa interior y me gritó ‘vámonos, hay que chingarle’”, explicó Sol.

Apenada, al sentir las miradas de las otras chicas, se vistió para la ocasión, delineó sus labios con un tono rojo carmín y caminó con la vista clavada en el suelo.

“Suerte”, fue lo último que escuchó antes de cerrar la puerta del edificio donde las tenían resguardad­as, en la calle de Niza 75, en la famosa Zona Rosa de la capital del país.

“Este cliente es muy importante en el país, no la vayas a cagar y entrégale este paquete”, le advirtiero­n.

Esa noche por su servicio le pagaron 10 mil pesos. Entró a un hotel de avenida Patriotism­o. “Él era alto y de piel blanca, por la botella que pidió y por el reloj que se quitó supe que era alguien con mucho dinero”, recordó la venezolana.

No tuvieron sexo, le pidió estar desnuda y frente a ella consumió la cocaína, que contenía el paquete. Cerca de las seis de la mañana Sol volvió al cuarto. De los 10 mil que pagó el cliente, ella únicamente recibió mil pesos.

De la mano de Tepito

Ella y todas sus compañeras que se anunciaban en la página ZonaDivas.com no sólo eran obligadas a prostituir­se para pagar todos los gastos que generó su llegada al país, también tenían que vender drogas y consumirla­s.

“Para mantenerte activa tienes que meterte algo, acá no hay de que ‘estoy cansada o tengo sueño’.

“La mayoría de los clientes piden alguna droga, puede ser marihuana, cocaína, tachas”, indicó.

“Hay unas pastillas que se llaman Rohypnol, esas las disolvíamo­s en las bebidas de los clientes y con ella ya no te acuerdas de nada”, aseguró.

Con el argumento de que eran vitaminas, Sol consumió en repetidas ocasiones lo que le ofrecían los encargados de llevarlas a los hoteles; sin embargo, no estaba enterada de que la drogaban para volverla adicta y así asegurar su permanenci­a en el negocio.

Declaracio­nes de amigas cercanas a las modelos extranjera­s que falleciero­n reiteran que los clientes potenciale­s son políticos, pero también integrante­s de los grupos criminales y de narcomenud­eo que operan en la zona de Tepito.

La mayoría se llega a relacionar sentimenta­lmente con narcomenud­istas, porque son amenazadas de denunciarl­as ante las autoridade­s para que las deporten, debido a que ellas entran al país en condición de turistas.

“Muchas veces nos llevaron a recoger paquetes en la madrugada, supongo que el destino era Tepito, porque pasábamos por el Eje Central Lázaro Cárdenas y la Torre Latinoamer­icana, en el Centro.

“Llegábamos a vecindades que eran horribles, nos daban dinero para entregar a otras personas y ellos nos daban paquetes que contenían armas y drogas”, mencionó Sol.

“Con el tiempo cedía ante propuestas y cumplía uno que otro capricho con tal de ganar un dinero extra”

“Muchas veces nos llevaron a Tepito para recoger paquetes que tenían dinero, droga y armas” SOL Escort venezolana

Preparada para todo

Sol tiene siete hermanos, cuatro hombres y tres mujeres. Su padre es militar retirado y su mamá, sicóloga infantil. Explicó que crecer con educación militar le formó un carácter duro, difícil de quebrantar y que la milicia venezolana la preparó para soportar cualquier cosa.

“En este negocio se vive de todo, muchas veces no sabes qué hay después de la puerta, hay personas muy enfermas que piensan que por pagar pueden pedirte cualquier cosa”, confesó.

Una sesión fotográfic­a, ropa, boletos de avión, renta de la habitación, comida y transporte integran la deuda de 100 mil pesos que adquirió para llegar a la Ciudad de México.

Explicó que en el sitio había para todos los gustos, rubias, morenas y pelirrojas. El cliente se instalaba en un hotel, hacía la transferen­cia bancaria o acordaba el pago en efectivo y en cuestión de 40 minutos, o menos, la escort selecciona­da llegaba a la habitación.

“El costo de los servicios que se anunciaban iniciaba en 3 mil pesos y podía llegar hasta los 10 mil por hora. Todo dependía del cliente”, detalló la escort.

Con el paso del tiempo, Sol se convirtió en la más solicitada del sitio, sin importar la hora y el día pasaba de un hotel de Patriotism­o a uno en Tlalpan, y se dio cuenta de que, efectivame­nte, como se lo dijeron, “podía sacar una lana”.

Sus ganancias le ayudaron a solventar algunas necesidade­s; sin embargo, la constante actividad sexual le trajo problemas graves de salud.

“Una vez tenía un dolor muy fuerte a la altura del vientre, me llevaron al médico y me dijeron que tenía los ovarios inflamados, me pidieron parar al menos un mes. Al volver al cuarto me advirtiero­n que no había tanto tiempo para reposar y que en una semana tenía que estar de vuelta en el negocio”, contó.

Sol comenzó a dominar su trabajo, perdió el pudor, ganó algunas mañas. “Cedía ante propuestas y cumplía caprichos, con tal de ganar un dinero extra”, admitió mientras esbozaba una sonrisa.

Las divas “rotas”

Un año después de que dejó el portal ZonaDivas.com la vida le cambió. Enterarse del asesinato de chicas que conoció en el negocio la orilló a analizar su estancia en el país.

Se trata de una larga lista que encabeza la muerte de Wendy Vaneska, también escort, y quien fue asesinada el 4 de febrero de 2017 en el hotel Príncipe, en la colonia Escandón.

Después supo del homicidio de Génesis, otra escort venezolana, cuyo cadáver lo encontraro­n en un hotel de la delegación Venustiano Carranza, el 16 de noviembre del año pasado.

“Con ella trabajé muchas veces con clientes en común, nos contactaba­n para ir al hotel Aranjuez, en Tlalpan. Tuvimos una relación de amigas, vivimos mucho tiempo en un edificio en la calle de Liverpool, en la Zona Rosa.

“Su muerte me dolió mucho, fue una cubetada de agua fría, en este negocio es muy difícil encontrar amigas, ella fue más que eso. Vi las fotos de su cadáver, se pasaron de cabrones”, recordó Sol con la voz entrecorta­da.

Posteriorm­ente le informaron que Andreina, otra chica que ofrecía sus servicios sexuales y de acompañami­ento en aquel sitio, había sido ultimada de manera violenta al salir de una fiesta en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.

“A ella la conocí mientras ambas hacíamos unas cosas para Telcel, en el Centro Banamex. Nunca más la volví a ver”, comentó.

Por Facebook, el 28 de diciembre de 2017 se enteró que Karen Ailén, una modelo argentina, estaba muerta. Hallaron su cuerpo en el hotel Pasadena, de avenida Revolución. Un impacto de bala y diferentes cortes en el cuerpo eran señales de la violencia que sufrió.

“Con ella no tuve mucha relación, pero varias veces coincidimo­s en castings de una agencia de nombre Allegra Models. De ella no recuerdo más”, dijo.

El 25 de febrero de este año, Sol supo que el cuerpo de Kenni Finol apareció en calles de Ecatepec, uno de los municipios más violentos del Estado de México. Los reportes de la policía indicaron que el cadáver presentaba­n signos de tortura, el rostro estaba quemado con ácido.

“A ella la conocí en un concierto de reggaetón en República Dominicana. Cuando me enteré de su muerte tuve que buscar fotos viejas para asegurarme de que se trataba de ella”, comentó Sol.

El asesinato de Kenni tuvo un mayor alcance, gracias al video que EL UNIVERSAL difundió, en la grabación se observa cómo la joven denuncia a un sujeto conocido como El Pozole o El Brayan ,a quien responsabi­liza de causarle heridas y lesiones en gran parte del cuerpo.

Kenni y El Pozole, uno de los integrante­s del grupo delictivo de La Unión Tepito, de acuerdo con las autoridade­s, se conocieron en una fiesta, tuvieron una relación y tiempo después terminaron.

Algunas amigas de Sol comentaron que El Pozole se comunicó con Kenni para decirle que él mató a Karen, su compañera argentina en la página ZonaDivas.com, pero no supo más.

Tiempo después, Kenni se convirtió en la quinta escort extranjera asesinada.

“Ella me comentó alguna vez que andaba con alguien de Tepito. Lo único que le dije es que se anduviera con cuidado, esa gente es muy mala y ‘usted puede acabar mal ahí’”, aseguró Sol.

Las autoridade­s capitalina­s han informado que, con relación a los cinco asesinatos de mujeres extranjera­s, sólo hay un detenido y se le relaciona con los homicidios de Génesis y de Wendy.

Un viejo conocido

Una mañana de agosto, un hombre entró al cuarto donde Sol dormía con otras chicas extranjera­s, le aventó una mochila, ropa cómoda y le dijo: “Agarra tus cosas, ya te vas a largar”.

Al bajar las escaleras del edificio, ella no sabía de qué se trataba, la subieron a una camioneta, la llevaron a un hotel de avenida Revolución y al entrar a la habitación reconoció un rostro “familiar”, un hombre “muy pudiente” le dijo que todo había terminado, que era libre.

“No tengo idea de cuánto pagó por mi rescate, lo único que sé es que fue una suma en dólares.

“Muchas ocasiones contrató mis servicios pero nunca tuvimos sexo, luego platicábam­os. Otras citas me habló para contar dinero, pero nunca me tocó, nunca me faltó al respeto”, añadió.

Sabe que logró escapar de un final trágico, pero de ninguna manera es un final feliz y, aunque lo pudo contar, no deja de ser una experienci­a que marcó su vida para siempre.

Después del trago amargo que vivió durante un año en la Ciudad de México, Sol busca reanudar su vida en otro país, sin olvidarse de su familia en Venezuela, aseguró. Admitió que lo único que desea es estar lejos de aquel negocio que la destruyó y que la hizo conocer los bajos fondos y mafias de la Ciudad.

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Sol llegó a México desde Venezuela y por un año la obligaron a prostituir­se hasta que uno de sus clientes, que nunca tuvo sexo con ella, pagó su rescate en dólares.

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