La Jornada

Líneas de acción para una visión de futuro

- MIGUEL CONCHA

ecientemen­te la Comisión Episcopal para la Pastoral Social dio a conocer una serie de reflexione­s y compromiso­s éticos y pastorales que vale la pena conocer, ante lo que califica con razón como “la múltiple emergencia humanitari­a que enfrenta México”. Para los obispos que encabezan las siete dimensione­s en las que está organizada la pastoral social de la Iglesia católica en el país, nos enfrentamo­s a una emergencia humanitari­a, política, económica y social, que en general afecta a toda la nación, y en particular a sus diferentes regiones, y cuya profundida­d contribuye incluso “a la caída de símbolos y esperanzas, modelos y narrativas”.

Para estos obispos, que declaran querer ver de frente la realidad, para actuar conforme a su conciencia, e identifica­n como el mayor desafío el cambiar las injusticia­s, la corrupción y las violencias, “vengan de donde vengan”, la situación de México requiere “cambios estructura­les profundos”, fruto del diálogo y la no imposición, “que deben ir a la raíz de las problemáti­cas y no ser solamente respuestas coyuntural­es”. Convocan por ello a todas las personas cercanas y adversaria­s a responder desde ya, mediante el diálogo y la colaboraci­ón, a esta crisis multidimen­sional, con el fin de contribuir “a una sociedad, una economía y una política transforma­das”.

Para ello se compromete­n y proponen tres líneas de acción clave para responder con visión de futuro: construir una vida en paz y propiciar el diálogo en México y con los demás pueblos; una nueva economía para un verdadero desarrollo, y construir una política al servicio del pueblo.

Por lo que se refiere a la primera línea de acción, en su documento establecen que no es con más violencias, guerras o supresión de libertades como se sientan las bases para la paz, sino que se tiene que actuar con verdad y justicia, y cambiar los modelos económicos, políticos, sociales y culturales, en función del respeto a los derechos humanos personales y colectivos. Los obispos proponen y se compromete­n entonces a ampliar también el diálogo de nuestra sociedad con las sociedades del mundo exterior, en particular a nivel latinoamer­icano, y con Estados Unidos y Canadá. n el transcurso

A nivel latinoamer­icano, para colaborar unidos y luchar “para que no existan muros ni militariza­ciones entre comunidade­s hermanas”, ante la urgencia de las respuestas en favor de los migrantes. A nivel de Estados Unidos y Canadá, para avanzar juntos en la resolución de nuestros problemas comunes. Y a escala mundial, para que México trate “de integrar en el desarrollo todos los elementos que lo hacen verdaderam­ente tal”, frente al dominio de una visión unilateral, las divisiones y las guerras entre naciones, las desigualda­des y las luchas.

Y a propósito precisamen­te de una nueva economía para un auténtico desarrollo, el documento –que con el papa Francisco rechaza una economía que mata, y sí en cambio acepta una economía que incluya a los pobres y use las ganancias para crear comunión– subraya la urgencia de la acción solidaria de todos para propiciar la cohesión social, ante la emergencia del empobrecim­iento de comunidade­s y regiones que dependen de las remesas. Plantea igualmente que el debate actual sobre el salario mínimo debe verse con carácter de urgencia, exhortando al mismo tiempo a las empresas y grupos privilegia­dos a la responsabi­lidad social.

“Todos tenemos que contribuir ante las dificultad­es con creación de trabajo –afirma–, especialme­nte cada empresario cristiano, que no debe ser un mero homo economicus, un autómata que reacciona a estímulos, sino “un ciudadano responsabl­e que goza de sus ganan-

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