PAZ?
Ecuador taurino, presente
“Daos prisa porque me estoy muriendo”, fueron las últimas palabras del torero vasco alleció ayer el encastado matador vasco Iván Fandiño Barros (Orduña, Vizcaya, 29 de septiembre de 1980) –único diestro al que nunca le interesó brindarle al monarca Juan Carlos– en el Hospital de Mont de Marsan, Francia, tras la cornada en el costado derecho que le propinó el toro Provechito, de la ganadería española de Baltasar Ibán, cuando intentaba un quite en el primer toro de Juan del Álamo; cayó y fue corneado en el suelo, durante la corrida celebrada en la población de Aire Sur L’Adour, en el suroeste francés. Fandiño había cortado la oreja de su primero. Completaba el cartel Thomas Duffau. Es el destino pero, también, el gusto de la afición francesa por la bravura sin adjetivos, no por el tonelaje, y por los toros en puntas, más esos aciagos 30 o 40 kilómetros que separan una población sin servicios médicos especializados de otra que cuenta con éstos. Ahora vendrá la sucesión de justificaciones de esa tauromaquia ventajista y comodona, tan cara a los que figuran y quienes, por lo mismo, seguramente morirán en su cama y sin zapatos. “Daos prisa porque me estoy muriendo”, fueron las últimas palabras de Fandiño. Comentaba un académico venezolano que así como Adriano, quien no obstante haber sido emperador no se le subió el cargo a la cabeza y se permitió cuestionar, nunca prohibir, el circo romano y sus espectáculos antes que por sanguinarios “por monótonos”, al presidente venezolano Hugo Chávez le entró la ventolera de prohibir, en 2009, la función taurina en el coso Nuevo Circo de Caracas, no por animalista, sino por nacionalista, luego de ser informado de que el único diestro venezolano de nivel inter- nacional que queda es Leonardo Benítez. ¿Para qué sirve, entonces, esa plaza, si propietario y concesionarios no pueden sacar nuevas figuras venezolanas?, cuenta el académico que preguntó Chávez indignado. Pues para que cada año vengan toreros europeos a triunfar y a ganar dinero. ¿Qué acá no hay toreros?, replicó. Sí, pero no son figuras, presidente. Fue entonces que éste, sin sopesar las posibilidades de reglamentar y reactivar la mejor tradición taurina de Venezuela en favor de los diestros nacionales, del público y de la economía, ordenó remozar y destinar el Nuevo Circo de Caracas como espacio exclusivo del pueblo y excluir la función taurina, cancelando así la posibilidad de sanear