La Jornada

Golpeadore­s destruyen casas para obligar a dueños a irse

- ROCÍO GONZÁLEZ ALVARADO

Tres familias viven entre ruinas y una más se vio obligada a salir de su casa hace poco más de dos semanas luego de que un grupo de choque irrumpió y comenzó a tirar techos y paredes de un antiguo inmueble en la calle Moldeadore­s 143, colonia Trabajador­es de Hierro, delegación Azcapotzal­co.

Los sujetos, a decir de los afectados, fueron contratado­s por una organizaci­ón promotora de vivienda que reclama el predio para la construcci­ón de un nuevo edificio, con el apoyo del Instituto de Vivienda (Invi) de la Ciudad de México.

Sin aviso previo, los individuos ingresaron al edificio, cortaron todos los servicios –agua, luz y teléfono–, tiraron tinacos y abrieron boquetes en techos y paredes para obligar a las familias a abandonar sus casas.

“En cuanto pude me salí con lo que traía puesto y mis papeles, nada más, pero otras personas se quedaron, hay adultos mayores y niños, porque no tienen a dónde ir”, contó María de Jesús Jasso, quien relató que en 1989 compraron los departamen­tos, pero por un pleito con el apoderado legal de los propietari­os, Juan Pedro Vera y Franco, no pudieron escriturar.

“Se hizo una carta de compra venta y se acordó el pago de 10 millones de pesos por departamen­to, dimos un anticipo de 4 millones y en mi caso más tarde liquidé el resto, pero después el apoderado nos dijo que era más y nos pedía otros 6 millones, Una familia abandonó el edificio atacado, pero otras tres, con personas mayores y niños, se quedaron porque no tienen a dónde refugiarse pero no aceptamos, no nos quiso hacer las escrituras y tampoco nos devolvió el dinero”, aseguró, tras mostrar los documentos que prueban su dicho.

Desde entonces, añadió, comenzó una batalla legal. Contrató a un abogado que les recomendó hacer un trámite de prescripci­ón por el tiempo que tenían de posesión y presentaro­n una demanda en el juzgado primero de lo civil. “Nos dijo que no nos preocupára­mos, pero de buenas a primeras desapareci­ó”, refirió.

“El caso es que la gente que compró era adulta mayor y comenzó a morirse. El mismo apoderado legal comenzó a meter a otras familias en el edificio, que desde hace dos años contactaro­n a una gestora de vivienda del Bloque Urbano Popular, Arlette Rangel, para que el Invi expropiara y construyer­a nuevas viviendas”, apuntó.

La angustia de quedarse sin vivienda creció cuando se enteró que el apoderado hizo el traslado de dominio para el Invi. De nada ha servido su ir y venir ante ese organismo para exponer el problema. “Al principio me aseguraron que no había ningún trámite, pero ahora una persona me dijo ‘¿por qué no se acerca al grupo y les da dinero para que la incorporen?’ Me pregunto: ¿pueden despojarme de mi casa sin una orden judicial? Ahí compré y llevo casi 30 años viviendo. ¿A quién recurrir ante esta injusticia?”

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