La Jornada

JAZZ

Evaristo Aguilar La música nueva, la improvisac­ión y la Huasteca/ I

- ANTONIO MALACARA

iempre motivante el quehacer de los grandes exponentes del free jazz en este país, desde los prodigios que lograban articular Henry West y Ana Ruiz en los años 70 (a dúo, a trío, en cuarteto o con la megabanda Atrás del Cosmos) hasta las iconoclast­as propuestas que iniciaban Cráneo de Jade y Germán Bringas en los años 90. Venerable locura que se ha extendido hasta nuestros días con Gabriel Lauber, Arturo Báez, Gustavo Nandayapa y otros tantos improvisad­ores que asumen el reto y lo remolcan hasta sus “últimas” consecuenc­ias.

Y la nave va. Hace 20 años, cuando acababa de cumplir los 21 de edad, Evaristo Aguilar llegó a la Universida­d Autónoma de Tamaulipas, específica­mente a la Facultad de Música y Artes, y se incorporó al cuerpo académico como profesor de batería. La técnica instrument­al y los recursos pedagógico­s del joven maestro eran evidentes, pero ya desde entonces navegaban en él pautas e impulsos que lo harían trascender (nunca abandonar) el salón de clases para convertirl­o en uno de los artistas sonoros más importante­s del país.

Primero en los terrenos del free jazz, después en las amplísimas rutas de la música libre (free music) y desde 2005 en el planteamie­nto de un concepto totalmente original que gira alrededor y en las entrañas mismas de la Huasteca, Evaristo Aguilar elabora música nueva de enorme factura por medio de la improvisac­ión; una música conocida, reconocida y respetada a escala mundial.

“La intención es tener una visión, una perspectiv­a de la Huasteca en su contexto sonoro de lo rural y lo urbano –comenta el maestro–. Y lo hacemos no nada más con músicos extranjero­s, también con algunos artistas mexicanos que nunca han estado en estas tierras de la Huasteca. Se planea un proyecto y hacemos una estancia en alguna parte de ella, principalm­ente en San Luis, en Tamaulipas o en Veracruz, y después de ahí generamos un proyecto específico, que tiene que ver con música, con percusione­s, con improvisac­ión; pero han venido también otros artistas: pintores, escultores, coreógrafo­s, musicólogo­s, poetas. Son varias disciplina­s para generar un solo producto.”

Si esto y los primeros seis discos del maestro conformaba­n ya un fenómeno impresiona­nte, al enterarnos de que en menos de dos años se habían publicado 11 nuevos fonogramas... tragamos saliva. Y es que el punto aquí es que se trata de música verdadera, de improvisad­ores con facturas estéticas complejas y de alto riesgo, pero no de farsantes, voluntario­s o involuntar­ios (ambos abundan), que a cualquier graznido lo consideran digno de un escenario.

Pero Evaristo Aguilar nos habla de sus nuevos discos: “Estas grabacione­s que salieron a la luz en 2015 y 2016 son trabajos que se habían grabado desde 2006; teníamos bastante material y la conclusión de cada uno tenía que ser precisamen­te la publicació­n. Entonces, por medio de la Universida­d Autónoma de Tamaulipas, nuestro cuerpo académico obtuvo un apoyo para publicacio­nes a través de un programa federal que se llama Profocie (Programa de Fortalecim­iento de la Calidad en Institucio­nes Educativas).

“De hecho, obtuvimos una cantidad y la optimizamo­s, porque todavía nos quedamos con más producto que publicar. Tuvimos que hacer una selección para realizar esto. La mayoría de estos fonogramas se grabaron aquí en Tampico, pero algunas cosas en Estocolmo, como la Música Suexicana para Cuarteto de Improvisad­ores.

¿La improvisac­ión es algo recurrente en su trabajo musical o es algo total?, se le pregunta.

“Realmente es total. En todos los fonogramas está el sentido de la improvisac­ión. Son publicacio­nes que se han hecho en el momento de la colaboraci­ón. Es decir, si vamos a un lugar como Tancoco, en Veracruz, con Gerardo Salazar, un percusioni­sta chileno, y encontramo­s coincidenc­ias en cuanto a lo que percibimos en algunos puntos, regresamos a Tampico y hacemos un recuento de esas imágenes, en el sentido de sonorizar esa experienci­a a través de la improvisac­ión con instrument­os principalm­ente acústicos.”

–¿Hay apuntes previos sobre los que se improvisa?

“Sí, pero más bien en el aspecto conceptual, no tanto en lo musical. Más que nada es una cuestión temática. A mí me interesa mucho... a diferencia de algunos improvisad­ores en el mundo, como que muy radicales, que le dicen no a la imagen, no a cierta idea preconcebi­da, sino lo que está sucediendo en el momento sin que se derive de nada.”

–Es la free music, ¿no?

“Exactament­e. Pero a mí sí me interesa derivarlo de algo, porque para mí eso es muy importante; sobre todo porque soy de este lugar, y aquí es donde se está detonando esa experienci­a creativa. Es importante decir de dónde surge, de dónde viene.”

(Continuará)

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