El dilema energético
Tecnología reduce la inversión global en energías limpias pero contribuye a elevar la productividad: Enel Green Power
El desierto de Nevada da cobijo a un huésped singular: la planta de energía limpia Stillwater de Enel Green Power. Puede generar 61.4 Megawatts (MW); muy inferior si se compara con la que construye en la comunidad de Villanueva, en Coahuila, de 754 MW, pero tiene la peculiaridad de trabajar con tres fuentes de energía: fotovoltaica, termodinámica solar y geotérmica. Todas en un terreno que no rebasa las 100 hectáreas.
El complejo de la empresa italiana ha recibido varios galardones por desarrollar tecnología que le permite aprovechar hasta el último rayo de sol.
“La tecnología es evolutiva, hace 3 o 5 años instalábamos infraestructura fija y ahora nuestros módulos van buscando el sol con trackers (seguidores solares)”, señala a Manufactura, Antonio Cammisecra, responsable a nivel global de Enel Green Power (EGP).
En entrevista telefónica, reitera el interés de la compañía por consolidarse como uno de los principales proveedores de energía limpia en México apoyado en nuevas tecnologías.
Con un acento español que no esconde el timbre italiano, agrega que el complejo de Coahuila —que a la postre será la más grande del continente americano— será eficiente y avanzado. “Probaremos nuevas tecnologías como celdas solares de doble cara u otras cosas, en un pequeño porcentaje de la instalación”, afirma el ejecutivo, sin compartir más detalles por cuestiones de confidencialidad
En México, EGP es reconocida por experiencia en proyectos eólicos y solares, pero no descarta invertir en geotermia, ya
sea en conjunto con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) o como inversionista privado: “Es parte de nuestras opciones”.
En el país, EGP opera alrededor de 728 MW de potencia renovable. El año pasado la compañía fue una de las ganadoras en las dos subastas del Mercado Eléctrico a largo plazo, organizadas por el Centro de Nacional Control de Energía (Cenace).
Tan solo en marzo, la primera de ellas se hizo acreedora a la posibilidad de suministrar —vía contratos y Certificados de Energía Limpia (CEL)— más de 1 Gigawatt de energía, la cual cubrirá gracias a proyectos que están en desarrollo, como el de Villanueva.
Aunque en la segunda el resultado fue menor, EGP mantiene su interés por participar en la tercera subasta programada para noviembre, sin dejar de lado los “proyectos bajo esquemas más unilaterales vendiendo energía a los industriales mexicanos”.
Encrucijada sectorial
En 2016, la inversión en energías limpias descendió 22% en el mundo, pero el directivo de EGP lo considera normal debido a la menor inversión que implica un proyecto: “El costo de la tecnología ha bajado y, por ende, para instalar los mismos Megawatts requiere menos dinero”.
Un reporte de Bloomberg Energy Finance indica que el costo de la energía solar es casi un cuarto de lo que era en 2009.
Este fenómeno se agudizó en los países en desarrollo, donde la proveeduría es menor. “La forma en que hemos podido ser más eficientes es traer la tecnología desde afuera y luego crear asociaciones con los locales”, dice sin señalar casos concretos.
Antonio Cammisecra admite que hay componentes en los que no tiene sentido desarrollar localmente por el costo y tiempo que tardaría en diseñarse una cadena de valor en la proveeduría.
Para el directivo, un país que pretenda competir contra China en la manufactura de paneles debe tener muy claro que termina por pagarlo en el precio del kilowatt/hora producido.
“Si México lo hiciera, la energía no se vendería más en 29 o 30 dólares por MW/h, como en la última subasta”, concluye.
Si México fabrica sus propios paneles, el costo de la energía podría aumentar.