UN NUEVO NICHO PARA CFE
La salida del combustóleo en la generación de electricidad abre negocio a CFE.
Infraestuctura para neogasolineros.
Los enormes tanques que almacenaban miles de litros de combustóleo para alimentar las torres de generación eléctrica de la central termoeléctrica de Tula, Hidalgo, ahora se encuentran casi vacíos.
La infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se mezcla con las chimeneas de la Refinería de Tula, de Petróleos Mexicanos (Pemex), dos centrales que nacieron simbióticas hace más de cinco décadas. La refinación de gasolinas genera como residuo el combustóleo, un líquido negro extraviscoso que al quemarse alimentaba las turbinas de su vecina. Las plantas ahora se encuentran en un proceso de ‘divorcio’ energético.
“A los precios actuales el gas natural es cerca de una cuarta parte del costo de lo que cuesta usar combustóleo. Justo esta central permite hacer ese contraste. Durante mucho tiempo usó solo combustóleo, y ahora podrá usar también gas natural”, cuenta Jaime Hernández, director general de CFE, durante una visita al complejo termoeléctrico.
La mayoría de las plantas de la eléctrica nacional pasan por el mismo cambio, tras casi un lustro de inversiones de CFE para llevar gas natural a sus instalaciones, y reducir así su costo de generación. Al cierre de 2016 alcanzó 157,800 millones de pesos (mdp), frente a 138,445 mdp de 2015.
¿Qué hará Pemex con el combustóleo que dejará de ocupar CFE? Parece que aún no existe una respuesta clara por parte de
la petrolera, pero la Comisión ve una ventana para hacer negocios.
“Con la reforma energética, a CFE se le permite comercializar combustibles. Y tenemos clientes que no son la CFE, porque podemos darles gas natural o combustóleo a cualquier empresa”, explica Guillermo Turrent, director general de CFE Energía y CFE Internacional.
La eléctrica lanzó un nuevo modelo de negocio para invitar a empresas privadas a reconfigurar estos tanques que antes almacenaban el combustóleo para que ahora reciban otros petrolíferos, como las gasolinas.
Una vez adaptados pueden servir para ampliar la capacidad de almacenamiento de combustibles del país. “Tenemos unos 10 millones de almacenamiento de barriles de petrolíferos contra 13 millones de Pemex. Aquí hay que ver cuánto podemos poner disponible a la industria”, dice.
México tiene apenas 2 o 3 días de almacenamiento de combustibles, cuando el promedio debería estar entre 30 y 60 días, según un análisis de la Secretaría de Energía (Sener) puesto a consulta a finales del año pasado.
CFE licitará los primeros tanques en Sonora y Baja California para permitir que quienes importen combustibles desde Estados Unidos usen esta infraestructura.
La capacidad total de CFE se liberará hacia 2029 en otras zonas del país, y las que estén alejadas de la frontera pueden aprovechar los tanques para almacenar petrolíferos refinados por Pemex o importados, lo que puede ayudar a diversificar la dependencia de compras desde Estados Unidos.
“El gobierno mexicano puede diversificar sus importaciones, y también el sector privado ahora [con la liberación del mercado], con países como Italia, Holanda y Reino Unido, de donde ahora proviene el 30% de las importaciones de petrolíferos”, apunta Thomas Heather, especialista de la consultora legal Haynes and Boone.
CFE se prepara para expandir sus fronteras de negocios más allá de la mera generación eléctrica, y los que ahora lucen como enormes tinacos vacíos pueden convertirse en el negocio del futuro.