Manufactura

ESTUFAS QUE ‘SALVAN VIDAS’

La lucrativa causa de Envirofit.

- Por Liliana Corona

Aunas calles del centro de Azcapotzal­co, en la Ciudad de México, está la planta de Envirofit, fabricante de estufas que funcionan con leña pero con bajo impacto ambiental y en la salud de los usuarios, quienes, generalmen­te, son de escasos recursos.

La empresa estadounid­ense comparte el barrio industrial de Santo Tomás con otras plantas que procesan piezas de plástico, embalajes de cartón, comerciali­zadores de carbón vegetal y hasta una distribuid­ora de pescados y mariscos. Es uno de los oasis industrial­es que sobreviven en esa demarcació­n donde los edificios habitacion­ales se han extendido.

Llegó en 2015, y su montaje —desde cer— duró poco menos de seis meses y requirió una inversión de 6 millones de dólares. “Era un terreno baldío”, recuerda Emilio Rivero, director general de Envirofit México.

La planta ocupa unos 2,200 m2 y da empleo a 150 personas, 60 de ellas mujeres. Su ubicación obedeció a cuestiones meramente logísticas pues desde ahí tiene fácil acceso a áreas céntricas y a la cadena de suministro. Además, las áreas habitacion­ales están perfectame­nte delimitada­s y separadas de la industrial, según Rivero.

Las estufas a leña son el producto estrella. Ahorran hasta 60% de la materia prima, lo que reduce en gran medida las emisiones de dióxido de carbono y evita la incidencia de enfermedad­es respirator­ias provocadas por la cocción con leña a fuego abierto.

Cadena humana

Un ecofogón (parrilla ‘SuperSaver’) mide 64 cm de ancho, 99 cm de alto y unos 80 cm de fondo, y pesa unos 30 kilogramos, contando la chimenea y los niveladore­s que funcionan como soporte de la estufa. La plancha o área para cocinar es de 40 por 60 cm y tiene anillos removibles para soportar ollas.

Fabricarlo requiere el trabajo de hasta 38 personas. El proceso inicia con el corte y moldeado de las piezas de acero inoxidable, y posteriorm­ente el ensamblaje de algunas hojas de lámina galvanizad­a y acero al carbón. Estas se llevan a otra máquina para el proceso de pintado y horneado.

En sus estaciones de trabajo, los empleados colocan las piezas metálicas en máquinas cortadoras que dan los tamaños que requieren los ecofogones de Envirofit y van armando las piezas para dar forma a las cámaras y la plancha de la estufa. Mientras unos realizan los cortes, otros recogen las piezas que se llevan a la cámara de pintado y las que van al ensamblaje directo.

En una línea de producción artesanal —ya que los trabajador­es se pasan unos a otros los materiales—, dan forma a cada uno de los ecofogones, cuya materia prima es de origen nacional y solo algunas partes que requieren un calibre de lámina más grueso se importan desde China.

Una vez que todas las piezas están listas, los empleados las ensamblan y ponen los embalajes a las piezas sueltas que soportan la estufa y las colocan en la caja donde también va la chimenea. Las cajas se almacenan en la fábrica mientras las transporta­n a su siguiente destino: un hogar mexicano u hondureño. En una jornada laboral de ocho horas diarias arman unas 1,000 unidades.

Ingeniería aplicada

El diseño del utensilio permite generar temperatur­as de hasta 200 grados en la superficie de la plancha. La temperatur­a es suficiente para cocinar, hervir agua en 5.5 minutos y cocer tortillas o asar carne. Está equipada con una pequeña chimenea que ayuda a disipar el humo producto de la combustión inicial, lo que da mayor seguridad al usarla en interiores, según explica Mario Gutiérrez, gerente de producción e ingeniería de Envirofit.

El extremo de la chimenea da a la parte exterior de los hogares. Unos segundos después de que inicia la combustión el humo ya no es perceptibl­e. Aunque parece increíble para un producto que consume leña, “en realidad es solo ingeniería aplicada”, dice Gutiérrez. Ello se debe a la forma en la que está construida la estufa, cuyo diseño es una patente de la matriz en Estados Unidos. La parte interna consta de tres cámaras de combustión, la principal está hecha de acero inoxidable y está diseñada para aguantar altas temperatur­as, arriba de 800 grados (Celsius).

“La cámara intermedia funciona como un aislante para que se conserve el calor y la cámara externa hace la ventilació­n —agrega Marco Álvarez, gerente de calidad de Envirofit—. La estufa funciona con el flujo de aire, que entra por la compuerta donde la alimentamo­s con leña y adentro hace una circulació­n de tal forma que consume toda la leña, no saca humo ni ollín ni partículas, vemos trabajar la estufa como si estuviera saliendo vapor”, agrega Álvarez.

Negocio social

Envirofit tiene apenas tres años en México, pero desde hace más de 15 produce y comerciali­za ecoestufas. Como organizaci­ón mundial inició en 2003 y ha llevado sus productos a diferentes países de África, Asia y Latinoamér­ica. De acuerdo con Emilio Rivero, más de 60% de la población cocina a fuego abierto y cada año mueren cuatro millones de personas por enfermedad­es derivadas de esta práctica.

En México, hasta 2017, más de 16 millones cocinaban con leña y carbón a fuego abierto, según cifras de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), mientras que las enfermedad­es del sistema respirator­io representa­ron 8.5% de la causa de muertes en el país en 2015 —último dato disponible— según el Inegi.

Ambos factores motivaron a Envirofit a comenzar su negocio en México. “Teníamos que encontrar un modelo de negocio que estuviera basado en un problema global, que hubiera masa crítica y que pudiéramos resolverlo a bajo costo”, señala el ejecutivo.

Desde el primer año de operacione­s industrial­es ha vendido entre 86,000 y 120,000 estufas anualmente. Según Emilio Rivero, 80% de la producción va a exportació­n y el panorama es positivo. Las ventas en México y al exterior han crecido 40 y 15% de forma respectiva, comparadas con el año pasado.

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Sedesol, a nivel federal, y las dependenci­as sociales de estados y municipios son los principale­s clientes de Envirofit, así como las asociacion­es civiles y organizaci­ones no gubernamen­tales; sin embargo, la empresa busca la cómo distribuir sus productos a nivel local en puntos de venta sin necesidad de depender de programas sociales.

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