Milenio Edo de México

Familiares dan el último adiós a Gabriela Gómez

La joven murió por una bala perdida en el ataque contra el jefe de la policía de CdMx, García Harfuch

- ABRAHAM REZA

Dos días después de que una bala perdida le arrebatara la vida a Gabriela Goméz, sus dos pequeñas, Mónica y Johana, se negaban a despedirla, aferradas a su foto, sepultaron a su madre, quien estuvo en el fuego cruzado durante el atentado contra el jefe de la policía de Ciudad de México, Omar García Harfuch.

Previo al entierro en el panteón municipal de Xalatlaco en el Estado de México, la familia de la joven realizó un ritual religioso llenó de oraciones y música donde el padre de Gabriela, sus hermanas y su esposo pidieron redención para Gaby, como ellos la llamaban.

Hubo un grupo de música cristiana y casi 350 personas que coreaban cánticos. Gabriela era una mujer muy querida, sus amigos y hermanos de congregaci­ón, como ellos se llaman, la recuerdan “por su calidez, bondad y benevolenc­ia”.

“Nunca fue mala con ninguno, siempre nos trató de ayudar y durante los meses de aislamient­o no recomendab­a que nadie saliera, ella se quedó en casa mucho tiempo y mire, de nada sirvió”, recuerda doña Juan, una señora de 35 años integrante de la comunidad religiosa Guerreros de Fe.

Para la despedida, la familia montó bancas, sillas y un pequeño escenario donde el coro de la iglesia replicaba en reiteradas ocasiones los versos: “Más allá del sol, más allá del sol, yo tengo un hogar, donde he de llegar, más allá del sol...”

Crisantemo­s, rosas, claveles, gladiolas y liliums blancos adornaron la casa de una sola planta y piso de tierra. En las paredes, las hermanas de Gabriela pegaron cartulinas con versículos de la biblia y mensajes de cariño, como “despidiend­o a una hermosa alma de la iglesia”.

Antes de salir al panteón, los asistentes se acercaron al féretro para besar, tocar o hablar con ella. Había tanta gente que improvisar­on asientos con cubetas en la calle, en la comunidad de Potrero. Fue esta concurrenc­ia la que ayudó a la familia a cargar el féretro.

Durante media hora caminaron hasta el panteón de Xalatlaco. En el recorrido, los vecinos que acercaban a la familia para abrazarlos, darles palabras de aliento y ayudarles a cargar flores y coronas. Durante el peregrinaj­e, José, su esposo, pidió que se detuvieran frente a la casa de sus cuñadas. Ahí lloraron y lamentaron no haber salido media hora tarde a su trabajo, para así evitar que su hermana recibiera el impacto de bala.

También hubo policías municipale­s e integrante­s de Protección Civil encargados de entregar cubrebocas y gel antibacter­ial. En el cementerio, José se dejó vencer por el dolor y su hermana tuvo que ayudarlo a mantenerse de pie mientras le limpiaba las lágrimas.

El último en arrojar un puño de tierra fue don Fidel Gómez, padre de Gabriela, quien hace 6 años despidió a su esposa y ahora entierra a su hija en el mismo lugar.

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JAVIER RÍOS Fue sepultada en el panteón municipal de Xalatlaco.

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