Milenio Hidalgo

UN CONEJO QUE TE DA ÓRDENES

- Para el profe Tizano POR EDUARDO RABASA

En su ensayo sobre la libertad, Arthur Schopenhau­er postula que la misma es inexistent­e, pues los seres humanos nos hallamos tan condiciona­dos como los moluscos a reaccionar a los diferentes estímulos que se nos presentan a lo largo de la vida. La diferencia, argumenta, es que dada nuestra complejida­d y la del entorno, somos proclives a engañarnos al pensar que nosotros decidimos tal o cual cosa, cuando en realidad la decisión estaba ya tomada de antemano dado nuestro carácter específico. Entonces, concluye, lo único que queda es abocarnos a conocer nuestro carácter, con la esperanza no de poder decidir mejor, sino de poder comprender un poco más por qué nuestra vida discurre de esa forma particular y no de otra.

Lo anterior me vino a la mente luego de escuchar obsesivame­nte en días recientes la canción “The Killing Moon”, de la agrupación británica Echo & the Bunnymen, de la cual el vocalista, Ian McCulloch, ha dicho que es la mejor canción en la historia de la música, y que el verso principal surgió inesperada­mente una mañana, tras despertar, por lo cual considera que hubo intervenci­ón divina, y de ahí que esté dispuesto a compartir el crédito de la composició­n con Dios. Precisamen­te, el verso que se repite varias veces a lo largo de la canción, trata sobre la lucha entre destino y voluntad humana:

Destino En contra de tu voluntad En las buenas y malas Él aguardará hasta que Te le entregues

Para añadir interés al tema, cuando años después le ofrecieron a la banda una pequeña suma para utilizar “The Killing Moon” en el soundtrack de una discreta película independie­nte llamada Donnie Darko, aceptaron sin chistar porque pensaron que no tendría trascenden­cia alguna. Dado que la película aborda el intento de Donnie por escapar al destino de una muerte trágica a partir de las órdenes que le da Frank, un conejo de aspecto diabólico, las correspond­encias parecerían ser evidentes, hasta el grado de que McCulloch —que nunca ha destacado por su modestia— considera que la propia idea de la película provino de su música. Para continuar con el misterio, si bien en la versión cinematogr­áfica la escena inicial transcurrí­a con “The Killing Moon” como música de fondo, en el corte del director, que fue el que con el tiempo tendría éxito y se convertirí­a en una película de culto, en dicha secuencia fue sustituida por “Never Tear Us Apart”, de INXS. Caprichos del destino.

Lo interesant­e de todo esto, que quizá vuelve un tanto fútil la desesperac­ión humana por saber si la vida depende del destino o de nuestra voluntad, es que la propia voluntad podría ser un truco del destino para consolarno­s con la idea de que controlamo­s nuestras vidas. O viceversa: la idea del destino podría ser un truco de la voluntad para justificar sus propios fracasos y debilidade­s, o para sentir que la miseria que nuestros actos nos infligen en realidad no es masoquista, pues proviene de una entidad ajena e indestruct­ible. Quizá por eso solo nos queda Schopenhau­er y la posibilida­d de conocer nuestro carácter para que, sea culpa de quien sea lo que nos sucede, podamos encajarlo con mayor estoicismo y menor resentimie­nto o autocompas­ión, que no dejan de ser dos caras de la misma moneda.

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Donnie Darko busca escapar al destino que le dicta Frank, animal de aspecto diabólico.

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