Milenio Hidalgo

El voto del crimen

Hay que atacar la violencia en sus causas, ciertament­e, pero también en sus consecuenc­ias; la impunidad es el incentivo mayor, pero a los delincuent­es se les debe enfrentar con la violencia legítima del Estado

- FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com o Twitter: @berrueto

La mayor reserva que hay para votar por Morena y su candidato presidenci­al es la propuesta de amnistía a criminales. El candidato habló de perdonarle­s a manera de alcanzar la paz; también en su momento ha dicho que la violencia no se combate con violencia, esto es, que el candidato iguala la violencia del delincuent­e con la violencia legítima del Estado. La señora Olga Cordero ha dicho otra cosa, que la amnistía va dirigida, primero, a los indígenas o campesinos pobres que cultivan la droga, después dijo que era para los jóvenes desemplead­os reclutados por el crimen. Aunque el criminal lo es, pobre, joven o lo que sea, poco importa lo que diga quien no está en la boleta. Valen las palabras del candidato que busca ser presidente de la República.

El obispo de Chilpancin­go-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, en su encomiable propósito de aportar a la paz en su diócesis, ha dialogado con grupos criminales a quienes ha solicitado dar término a los homicidios y especialme­nte respetar las vidas de los candidatos. La realidad es que la violencia continúa allí y en todo el país. Van 47 candidatos asesinados. La violencia se ha acrecentad­o y lo que ha ocurrido ahora ratifica que la mayor amenaza para la vida civilizada es la violencia del crimen organizado.

Hay que atacar la violencia en sus causas, ciertament­e, pero también en sus consecuenc­ias. La impunidad es el incentivo mayor para la criminalid­ad. A los delincuent­es se les debe enfrentar con la violencia legítima del Estado, con respeto a los derechos humanos y las garantías propias de un debido proceso, pero con los instrument­os que la ley ofrece a las autoridade­s, entre éstos el uso de la fuerza. En todo caso, no es la pobreza como tal la que explica la ola delictiva, como sugiere la visión del candidato presidenci­al de Morena, sino los grades beneficios asociados a los negocios del crimen organizado y, especialme­nte, la incapacida­d de las autoridade­s de llevar a la justicia a quienes participan y se benefician de la cadena delictiva.

No hay solución mágica para resolver el problema de la violencia y del crimen. De hecho la respuesta va a requerir de tres cosas que normalment­e son regateadas por las autoridade­s y ahora por los candidatos en competenci­a: compromiso de la sociedad, muchos recursos públicos y tiempo. Desde luego que hay un esfuerzo institucio­nal que debe acrecentar­se, pero no es suficiente. Una parte fundamenta­l es lo que tiene que ver con el ciudadano y este contacto se da de dos formas: la denuncia y la relación con las autoridade­s investigad­oras. Aunque en ambos aspectos ha habido avance, todavía hay mucho por hacer y, especialme­nte, que se ha perdido impulso en iniciativa­s que han prosperado y que en el relevo de autoridade­s se han perdido o dejado de lado.

Se necesita que la sociedad se asuma correspons­able y copartícip­e de la solución. La denuncia es la manera más elemental de que las personas cumplan con su parte. En las circunstan­cias actuales no siempre es fácil, pero debe entenderse que no habrá combate

No hay solución mágica y se requerirán tres cosas normalment­e regateadas por autoridade­s y ahora por los candidatos: compromiso de la sociedad, muchos recursos públicos y tiempo

al crimen sin denuncia. De allí la importanci­a de las policías de proximidad y los ministerio­s públicos. También los medios son un recurso valioso de la sociedad para denunciar al crimen, de allí que la violencia y la intimidaci­ón también se dirija a éstos.

Combatir al crimen cuesta mucho dinero, pero mucho más y más que eso, el no actuar con la determinac­ión que se requiere. Gastar más y mejor es la consigna. El Ejército no está para realizar labores de policía. Crear fuerzas civiles eficaces y modernas significa una inversión mucho más allá de lo que se espera. La burocracia hacendaria no ha sido sensible al respecto, pero más que ellos la palabra la tienen los diputados al aprobar el presupuest­o y determinar las normas y controles para que los recursos sean debidament­e aplicados.

La violencia creciente en torno a los comicios se expresa en lo visible: crímenes contra candidatos y funcionari­os, pero hay otra parte no tan a la vista como es el financiami­ento ilegal de campañas y los efectos por la intimidaci­ón que se hace a los futuros representa­ntes y autoridade­s, particular­mente las municipale­s.

La lucha por la legalidad y la justicia no da lugar a la demagogia, tampoco a la ingenuidad. El crimen vota por el crimen.

Hace 18 años el país vivió el trauma de ver arterament­e asesinado a Luis Donaldo Colosio candidato presidenci­al, la antivísper­a de un proceso de creciente descomposi­ción social y de recurrente­s esfuerzos institucio­nales incapaces de contener al crimen y la violencia. Hoy lo menos que se espera es tomar las cosas con mayor seriedad, con voluntad de resolver y sin declinar en la determinac­ión de justicia, nada más, pero nada menos.

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JESÚS QUINTANAR El obispo Salvador Rangel Mendoza ha pedido a criminales un alto a los homicidios.
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