“COSAS CHINGONAS”
EL RESULTADO DE UNIR Dos goles le bastaron a la selección nacional para imponerse a una agresiva Corea del Sur y reunir a su afición con el ambiente carnavalesco de los asistentes de la Marcha del orgullo gay
Si Kim Jong-Un y Donald Trump cedieron y se estrecharon la mano; El Bronco logró que Anaya y AMLO se acercaran, aun con el temor del tabasqueño se quedarse sin cartera; que en la CdMX los aficionados al futbol y la comunidad LGBTTTI festejaran al unísono y de manera pacífica. Esto último ya se veía probable, solo faltaba un motivo. Así, después de que el árbitro Milorad Mazic diera el silbatazo que selló la victoria de la selección nacional sobre el equipo coreano, fue cuestión de minutos para que el público pambolero, reunido en las cercanías del Ángel de la Independencia, arribara hasta el monumento y se uniera a la panorámica del festejo multicolor.
Ahí estaba, en medio del Paseo de la Reforma, rodeada por pelucas de colores que no sabía siquiera que existían, quimeras que portaban vestidos exuberantes e hinchas con sus camisetas verdes, intentando abrirme paso para llegar a la Victoria Alada y acallar mi curiosidad de saber si la polémica porra de “¡Eeeh… puto!” se escucharía y cuál sería la respuesta de una comunidad que año con año se reúne para luchar por el respeto a sus derechos humanos a ritmo de consignas y brillantina. Sortee con habilidad a todos los comerciantes ahí dispuestos y con mayor astucia a todos los voluntarios que aprovecharon la oportunidad para repartir la mayor cantidad de propaganda posible antes de que de inicio la veda electoral. Incluso, después de percibir a la distancia una caravana en la que, por poco, se pierden los logos diminutos del PRD entre tanto bailarín y detalle festivo, mi mente sospechosista comenzó a elucubrar que todas las coronas de flores que pululaban a mi alrededor, eran un guiño de López Obrador para hacerse presente. Después recordé que él no se limita a usar una coronita sino que gusta del florero completo y la idea se me pasó.
Logré colarme hasta la médula del cúmulo de gente dispuesta a los pies del Ángel, cuando las estrofas de Cielito lindo ambientaron una postal que todos los presentes llevaremos hasta la posteridad: volutas de espuma flotando en el viento, revueltas ferozmente por el movimiento conciliador de las banderas de México y la comunidad LGBTTTI. Ambos estandartes llevados al compás de la alegría de vivir el momento, sin prejuicios y en libertad. Entonces la armonía se interrumpió de golpe… “eeehhh ¡puto!” gritaron al unísono los aficionados que pasaban de un lado a otro una falsa copa del mundo, tras una breve pausa llegó la respuesta en forma de cántico de cancha: “¡Culeeeeero, culeeeeero, culeeeeero!”. Con lo que se evidenció que la palabra “puto” como ofensa machista ya le queda muy pequeña a una comunidad respaldada por su barrio y por la FIFA. M