Todo es culpa de la “K” invertida
De haberlo sabido antes hasta nos hubiéramos cooperado para enderezarla. Tantas broncas que nos ha generado la dichosa “K” esa que trae cerrado el sistema Cutzamala y que según el señor Amieva ha venido retrasando la apertura del bombeo del “preciado líquido”.
Quién iba a pensar que por esa “K” nos íbamos a amolar. No es la falta de cariño ni del abandono de las instituciones acuíferas, ni de las supuestas transacciones que hay en la geografía ignota, sino de la undécima letra que por estar al revés todo lo cuatrapea.
A lo mejor también por su culpa andan pasando tantos equívocos, como por ejemplo lo de Ricardo Anaya del que ya prácticamente nadie se acuerda pero que ha regresado apresuradamente a la palestra para aclarar un trascendido en El Universal donde se apuntaba que lo habían visto rondando Los Pinos para irle a pedir disculpas a mi licenciado Peña por tantas injurias y, de paso, una especie de salvoconducto para que no me lo vayan a venadear con alguna acusación malsana. Y debe ser cierto porque el malogrado candidato presidencial panista en todo caso debió haber acudido a que don Enrique lo asesorara en materia de amparos con su cuate Medina Mora.
Eso por supuesto de ninguna manera es reprochable. Ricky Ricón debe sentirse muy seguro porque tiene a su delfín, Marko Cortez, luchando por el PAN a Gómez Morín que tan solo por estar relacionado con el neocalderonismo pando tiene todas las de perder. O sea, hay que tener muy baja autoestima para andar con esa gente.
Es una tristeza que don Melquiades Sánchez, la voz histórica del Estadio Azteca aunque para muchas generaciones voz del Canal 5, haya fallecido. Sobre todo porque hubiera sido bonito que ante la curiosa desaparición del Little Chicken Anaya, don Melquiades hubiera presentado su foto en “Canal 5 al servicio de la comunidad”, para pedir apoyo para encontrar al niño Ricardito que se extravió en las elecciones del primero de julio pasado, con señas particulares de amo y señor de la reproducción de las naves industriales.
No es la falta de cariño ni del abandono de las instituciones acuíferas