Cómo vivir cien años
Aquí sigo, del mexicano Lorenzo Hagerman, está adornada con árboles. Se levantan solitarios hacia el cielo: en un páramo en Japón o en Costa Rica. En Canadá o Barcelona. Simbolizan, claro, a los ancianos que son el verdadero tema del documental: hombres y mujeres que nos cuentan cómo llegaron a vivir tanto. Todos rondan los cien años y el director divide las narraciones temáticamente. Conocemos anécdotas de niñez y juventud; sus amoríos. Comienzan a hablar de lo que comen y descubrimos entonces que Hagerman ha emprendido la búsqueda de la piedra filosofal. ¿Qué hay que hacer para vivir cien años? Esta es la verdadera pregunta. Y no está mal, pero una vez descubierto el misterio, las cuestiones comienzan a carecer de profundidad. Es cierto que estos hombres y mujeres tienen la sabiduría y la voluntad de un árbol, pero repiten que el secreto está en disfrutar del arroz o una tortilla, de las mañanas hermosas y, en resumen, amar la vida. Las preguntas existenciales comienzan a evaporarse porque se revela que detrás de todos estos personajes hay un mensaje que se parece mucho al cliché de los programas matutinos: “hoy es el mejor día de tu vida,” “sé simple y vivirás más”. Es cierto, pero el documental Happy dirigido por Roko Belic en el 2011 dice más o menos lo mismo y lo puede uno ver en Netflix.
El verdadero secreto para seguir aquí más allá de los cien años está en el casting. En escoger a hombres y mujeres sanos que no han sufrido grandes tragedias en la vida. Es cierto que a una la golpeaba su padre y que otra está a punto de llorar cuando recuerda la muerte de su marido, pero todos estos personajes se dan cuenta (mejor que Hagerman, sospecho) que la bendición de su vida no ha dependido tanto de ellos como de las circunstancias. Falta un poco de tragedia para descubrir, como Scheler, que no es que las cosas simples den la felicidad: es la felicidad la que permite disfrutar las cosas simples de modo que para enviar este mensaje “positivo” no era necesario escamotear estos imponderables de la vida: enfermedad y muerte. Aquí sigo es una película bonita, sí, pero su optimismo de libro de autoayuda no contradice a Eddie Cochran quien pensaba que hay que vivir rápido, amar fuerte y morir joven. Además, vivir cien años tampoco significa haber vivido en plenitud.