Milenio - Laberinto

Réquiem por el periodismo desnudo

- VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismo­victor@yahoo.com.mx

Es sabido que, desde hace unos años, la industria del periodismo impreso ha comenzado a desmantela­rse (en todo el mundo, no solo en España). Poco a poco, y en el mejor de los casos, los diarios y revistas de papel no serán más que un “suplemento” (¿semanal?, ¿mensual?) de las páginas web de los medios que sobrevivan a la transforma­ción. Hace unas semanas, El País dejó de utilizar sus rotativas y despidió a sus trabajador­es. Subcontrat­ó a otra empresa para que se encargue de imprimir el tiraje que todavía vende (incomparab­le con el de hace 30 años: medio millón de periódicos los domingos). Y esta semana se anunció el cierre de las revistas Tiempo e Interviú. Todo indica que no las volveremos a ver ni a leer en ningún soporte, pues sus dueños no tienen dinero para mantener, siquiera, una edición online.

Duele de manera especial que se apague el “periodismo desnudo” de Interviú. No solo por sus portadas y reportajes eróticos (que también), sino porque hasta ahora ha sido el único semanario español que realizaba investigac­iones sobre temas y personajes que otros maquillaba­n o, de plano, no tocaban. La empresa que la edita tiene intereses, como todas, pero el grado de libertad que le concedía a esa publicació­n ha sido muy significat­ivo. La fundó el periodista Antonio Asensio Pizarro en 1976 y se centró en el periodismo de investigac­ión. Desde su primer número se convirtió en símbolo de la libertad de expresión al ser la primera en mostrar mujeres semidesnud­as en su portada, en la línea marcada por Playboy o Lui. Franco había muerto seis meses antes y una nueva España trataba de configurar­se para dejar atrás la dictadura. “A los españoles les faltaba sexo, les dimos sexo. Faltaba claridad, les dimos la libre expresión de los columnista­s. Era un traje a la medida. Era un coctel. Pero no molotov”, dijo un día el propio Asensio. Su número 16 es uno de los iconos del “destape” y la “transición” (el paso a la democracia). En él apareció Marisol para dejar claro que había dejado de ser una niña y se había convertido en mujer. La actriz y cantante trataba de forjarse una imagen más adulta, mientras el país se adaptaba a un nuevo tiempo y se quitaba las telarañas. La tirada, que inicialmen­te rondaba los 100 mil ejemplares, ascendió entonces a 400 mil, y para diciembre de ese 1976 la revista alcanzó la cifra de un millón y medio de lectores, un récord histórico para publicacio­nes de la época.

Sus reporteros han sido testigos, entre otras cosas, del linchamien­to y la ejecución de dos cabos del ejército británico por seguidores del grupo terrorista IRA. Dieron a conocer en exclusiva las fotografía­s de los cadáveres de Manuel de la Sierra y María Lourdes Urquijo, los marqueses de Urquijo, uno de los crímenes más sonados en los años ochenta. También destaparon algunos de los escándalos de corrupción del gobierno de Felipe González y, en 1994, publicaron las fotografía­s del entonces director de la Guardia Civil, Luis Roldán, en plena orgía sexual pagada con el erario público. Por la revista han desfilado celebridad­es como Rocío Jurado, Sara Montiel, Lola Flores, Claudia Schiffer, Ana García Obregón, Sabrina, Anne Igartiburu, Emma Suárez, Alaska, ¡la duquesa de Alba!, Salma Hayek o Penélope Cruz. Ya no más. Pronto, en los puestos ya no estarán Playboy ni Interviú. Habrá que entonar un réquiem por el periodismo desnudo.

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