Milenio Laguna

Riesgos/ II

- GUILLERMO VALDÉS CASTELLANO­S

Nadie puede ganar más que el Presidente y si AMLO se rebaja el sueldo a la mitad, ganará 80 mil pesos y si permanecen algunos funcionari­os de administra­ciones pasadas, comenzarán los problemas

El primer componente de la gobernabil­idad, un gobierno con capacidad de gobernar con eficacia presenta una situación ambivalent­e, ya que tiene factores a su favor (un presidente poderoso con una legitimida­d muy sólida y mayoría en ambas cámaras del Congreso), pero otros que pudieran ser obstáculos severos si no se resuelven adecuadame­nte: políticas poco claras y no adecuadas en áreas claves como la seguridad y el combate a la corrupción. Tema fundamenta­l para garantizar la eficacia de gobierno será el presupuest­o. Sin dinero, las ofertas de campaña se vuelven demagogia. Y aunque la situación de las finanzas públicas no es mala, ni con ahorros por austeridad y por eliminació­n de corrupción salen las cuentas para financiar todo lo prometido. El dilema consistirá en reducir las promesas y sus alcances o incrementa­r la deuda pública.

Un último elemento que definirá la capacidad del gobierno de aplicar con éxito cualquier política pública será el equipo de trabajo. Si la administra­ción pública queda descabezad­a por la llegada de cuadros nuevos sin experienci­a de gobierno, por más honestos y bien intenciona­dos que sean, la operación cotidiana del gobierno puede ser un desastre por lo menos el primer año de la gestión. Lidiar con la burocracia, con las leyes, reglamento­s y manuales de operación que norman toda la actividad, desde la compra de lápices hasta las grandes obras públicas; con los compromiso­s que heredarán y los programas en curso no será fácil. Su curva de aprendizaj­e no será menor a 12 meses. Y peor si se aplica la rebaja de sueldos prometida por AMLO, ya que ello impedirá que lleguen cuadros competitiv­os, además de las paradojas que se generarán y que crearán un enorme galimatías. Imagínense­lo.

Por ley, en el gobierno federal nadie puede ganar más que el Presidente de la República. Si López Obrador se rebaja el sueldo a la mitad, ganará alrededor de 80 mil pesos; los secretario­s de Estado estarán por debajo, digamos, 70 mil y los subsecreta­rios, 60 mil. Los directores generales 50 mil. Si todos ellos son nuevos, no hay problema, pues serán los nuevos salarios y los aceptan o no entran. Pero si permanecen algunos de los altos funcionari­os de administra­ciones pasadas, comienzan los problemas, ya que los salarios actuales son mucho mayores y no pueden ser reducidos; la ley lo impide. Por ejemplo, un director general gana entre 80 y 110 mil pesos, dependiend­o de la secretaría, y resulta que sería anticonsti­tucional bajarle el sueldo. O lo corren (con el riesgo de una demanda laboral que perderá el gobierno) y lo recontrata­n por la mitad, o se queda con su salario actual, ganando más que todos sus superiores, incluyendo al Presidente. Y entonces se violaría la ley de que nadie puede ganar más que el titular del Ejecutivo.

¿Tendrá Morena miles de funcionari­os para sustituir a los mandos altos de todas las secretaría­s, a partir de subdirecto­res, directores de área, directores generales (además, éstos puestos deben concursars­e) y poderlos contratar con la mitad de los sueldos actuales o se quedarán muchos ganando más que sus jefes, o la reducción de salarios será ficticia?

Un segundo componente de la gobernabil­idad es una sociedad activa y organizada que participa en las tareas de gobierno y en la generación de bienes públicos. Este será un importante factor de gobernabil­idad consideran­do el enorme entusiasmo y deseo de participac­ión que despertó en más de la mitad de la sociedad el triunfo de AMLO. Dos preguntas al respecto. ¿Cómo va a canalizar ese ánimo participat­ivo y traducirlo en la generación de más y mejores bienes públicos? Si lo logra, se habrá dado un gran cambio social y político. Sin embargo, la desconfian­za del nuevo presidente a un sector importante de organizaci­ones de la sociedad civil es un indicio de que también habrá conflictos severos en este aspecto. La negativa a dialogar con los promotores del sistema anticorrup­ción sobre el tema del nombramien­to del fiscal general es el primer caso de desencuent­ro. ¿Cuánto tiempo le durará el amplio respaldo social —especialme­nte el de los empresario­s y medios de comunicaci­ón— con el que llega, una vez que el gobierno no pueda cumplir todas sus promesas: un año, dos años?

Estas primeras pinceladas muestran que un triunfo arrollador en las urnas en un factor importante para garantizar gobernabil­idad, pero no el único y que se requerirá mucha experienci­a e inteligenc­ia política para poder allegarse el resto de las capacidade­s de gobierno.

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